Descubre la historia de redención de Dios en Navidad

Del cautiverio a la libertad

Una vez estuvimos cautivos, esclavos del pecado y sometidos a las influencias del maligno (Efesios 2:2). Pero Dios, en su infinita misericordia, nos liberó de esa esclavitud (Efesios 2:6). En Cristo, nos ha hecho sentar con Él en los lugares celestiales, libres de las ataduras del pecado y del poder de Satanás.

De la muerte a la vida

Antes, estábamos espiritualmente muertos, sin esperanza ni propósito en la vida (Efesios 2:1). Pero Dios, en su gran amor, nos dio vida por medio de Cristo (Efesios 2:5). Ahora, tenemos una nueva vida en Cristo, llenos de esperanza y propósito.

De la ira a la bondad

Merecíamos la ira de Dios por nuestros pecados (Efesios 2:3). Pero Dios, en su misericordia, nos ha prometido una bondad inmensurable (Efesios 2:7). Nos ha salvado de la condenación eterna y nos ha otorgado el don de la vida eterna.

El camino a la salvación

¿Cómo podemos experimentar esta redención? A través de la gracia de Dios, por medio de la fe (Efesios 2:8). La fe en Cristo nos permite creer que Él murió por nuestros pecados y que su resurrección nos ofrece vida nueva. Al confiar en Él, recibimos el perdón, la libertad y la vida eterna que Él ofrece.

Preguntas Frecuentes

¿Por qué necesitaba un Salvador?

Porque estaba espiritualmente muerto debido al pecado, cautivo de Satanás y condenado al infierno.

¿Qué promesas me hace Dios?

  • Hacerme vivo con Cristo
  • Liberarme de la esclavitud del pecado
  • Otorgarme bondad eterna

¿Cómo puedo recibir estas promesas?

Mediante la fe en Jesucristo, creyendo en su muerte y resurrección como pago por mis pecados y garantía de mi salvación.

¿Cómo puedo tener fe?

Confiando en las promesas de Dios y viviendo de acuerdo con ellas, poniendo mi confianza en Dios en lugar de en mis propias acciones o habilidades.

¿Qué significa "por gracia sois salvos"?

Significa que la salvación no se gana por obras o méritos propios, sino que es un regalo gratuito de Dios recibido por medio de la fe.

¿Por qué no puedo salvarme a mí mismo?

Porque estoy espiritualmente muerto y cautivo del pecado, incapaz de liberarme por mis propios medios.

¿Qué pasa si no confío en Cristo?

Permaneceré muerto en mis pecados, cautivo de Satanás y condenado al infierno.

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