¿Somos salvos por nuestras obras?

La salvación por gracia, no por obras

El apóstol Pablo escribió en su carta a Tito: "No por obras de justicia que nosotros hayamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo" (Tito 3:5).

Esto significa que no podemos ganarnos la salvación haciendo buenas obras. Es un regalo gratuito que Dios nos da por su gracia. No merecemos ser salvados, pero Dios nos ha elegido y nos ha llamado según su propósito (Efesios 1:4-5).

El lavamiento de la regeneración

Cuando creemos en Jesucristo, nuestros pecados son perdonados y somos regenerados por el Espíritu Santo. Esto significa que nacemos de nuevo espiritualmente. Nuestra vieja naturaleza pecaminosa es lavada y somos hechos nuevas criaturas (2 Corintios 5:17).

La renovación del Espíritu Santo

El Espíritu Santo no solo nos regenera, sino que también nos renueva continuamente. Nos ayuda a crecer en santidad, a vencer el pecado y a vivir una vida que glorifique a Dios. El Espíritu Santo es nuestro guía, nuestro consolador y nuestro ayudador (Juan 14:16-17).

Herederos de la vida eterna

Por la gracia de Dios, somos justificados (declarados justos) por la fe en Cristo (Romanos 5:1). Esto nos hace herederos de la vida eterna (Tito 3:7). La salvación no es solo un escape del infierno, sino también una entrada a una vida eterna de gozo y comunión con Dios.

La salvación es un regalo de Dios, no algo que podamos ganarnos. Recibimos la salvación por gracia mediante la fe en Jesucristo. El Espíritu Santo nos regenera y renueva, y nos hace herederos de la vida eterna.

H3 Preguntas frecuentes

¿Por qué somos salvos?
Respuesta: No por nuestros propios actos de justicia, sino por la misericordia de Dios.

¿Cómo somos salvos?
Respuesta: A través del lavamiento de regeneración y renovación por el Espíritu Santo.

¿Quién derramó el Espíritu Santo sobre nosotros?
Respuesta: Jesucristo nuestro Salvador.

¿Con qué propósito fuimos justificados por la gracia de Dios?
Respuesta: Para llegar a ser herederos de la esperanza de vida eterna.

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