¡Descubre la verdadera esencia de la adoración!
La adoración es un reconocimiento de la grandeza de Dios
Cuando adoramos a Dios, reconocemos que es digno de toda alabanza, honor y gloria (Apocalipsis 5:12). Su santidad y majestad nos llaman a inclinarnos ante Él. Isaías describe la adoración de los querubines, quienes proclaman: "Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria" (Isaías 6:3).
En presencia de Dios, solo podemos maravillarnos y adorarlo. Nadie más merece nuestra alabanza; solo Él es digno (Éxodo 15:11; 20:3).
La adoración no está limitada a un lugar o tiempo
Aunque hoy en día solemos identificar la adoración con los servicios en un templo, Jesús afirma lo contrario. En su conversación con la samaritana, declara: "Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad" (Juan 4:24).
La adoración no está confinada a un lugar o a la intervención de un sacerdote. Los creyentes pueden adorar en cualquier momento y lugar. No necesitamos viajar a Jerusalén ni depender de un intermediario para acercarnos a Dios.
La adoración es un asunto del corazón
La verdadera adoración no es un espectáculo externo ni un ritual. Incluso en el Antiguo Testamento, Dios buscaba una adoración de corazón, no tradiciones vacías (Deuteronomio 6:5). Jesús mismo reprendió a los fariseos por su hipocresía, diciendo: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas" (Mateo 15:8-9).
La adoración, según la Escritura, es una cuestión de la actitud de nuestro corazón hacia Dios, no de seguir los pasos de un servicio. Podemos cantar himnos y postrarnos en reverencia, pero si nuestro corazón no está en sintonía, no estamos adorando a Dios.
La adoración transforma nuestra vida
Reconocer que Dios es digno de honor y alabanza transforma toda nuestra vida. No solo elevamos palabras de adoración, sino que ofrecemos nuestros cuerpos como sacrificios vivos (Romanos 12:1-2). Cada pequeña acción en nuestra vida cotidiana puede ser un acto de adoración.
Podemos adorar a Dios cuando enseñamos la Biblia a otros tanto como cuando lavamos los platos para nuestra familia. Como dice Pablo: "Si coméis o bebéis, o hacéis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Corintios 10:31). Cualquier aspecto de nuestra vida puede ser ofrecido como adoración.
La adoración es un aspecto esencial de la vida cristiana. Si conocemos al Señor, no podemos dejar de alabarlo y reconocer su gloria. Sabemos que somos indignos de acercarnos a Su santidad, pero Él nos ha abierto un camino. A través del sacrificio y la resurrección de Cristo, podemos acercarnos al Padre con confianza. A pesar de nuestra indignidad, podemos adorar al Señor.
¿Qué es el culto?
El culto es reconocer la valía de Dios y adorarlo con alabanzas, honor y gloria.
¿Por qué es importante el culto?
El culto es importante porque reconoce la valía de Dios y nos permite acercarnos a Él a pesar de nuestra pecaminosidad.
¿Por qué se limita el culto a un edificio o un sacerdote?
El culto no se limita a un edificio o un sacerdote porque Dios desea que sus seguidores lo adoren en espíritu y en verdad.
¿Qué es el culto del corazón?
El culto del corazón es adorar a Dios con un corazón sincero, no solo con actos externos.
¿Cómo afecta el culto a toda nuestra vida?
El culto afecta toda nuestra vida al transformar nuestra perspectiva y motivarnos a servir a Dios en todo lo que hacemos.