¿Qué le damos a Dios?
El propósito de la adoración
Cuando adoramos a Dios, no estamos satisfaciendo sus necesidades, sino que estamos reconociendo sus atributos y expresando nuestro agradecimiento por todo lo que ha hecho por nosotros. El verdadero propósito de la adoración es recibir de Dios, no darle. Debemos venir a la adoración con un corazón hambriento, deseando que Dios nos satisfaga y nos revele más de sí mismo.
El lenguaje de dar
Si bien es cierto que las Escrituras usan el lenguaje de "dar" en el contexto de la adoración, esto no contradice la idea de que la adoración se trata de recibir. Cuando "damos" alabanza, gracias o gloria a Dios, en realidad estamos reconociendo sus cualidades y atributos, no agregando nada a su ser.
Cinco observaciones
Para comprender mejor la relación entre dar y recibir en la adoración, consideremos las siguientes observaciones:
- El término "dar" se usa raramente en hebreo en relación con Dios.
- Cuando atribuimos a Dios, no estamos agregando nada a él.
- Nuestra disposición a dar es un don de Dios.
- Siempre somos receptores, incluso cuando damos.
- Dar es realmente recibir. El acto de alabar a Dios completa y expresa nuestro gozo en él.
En la adoración, venimos a recibir de Dios. Al expresar nuestra alabanza, agradecimiento y admiración, no le estamos dando algo, sino que estamos reconociendo lo que ya es suyo y expresando el gozo que encontramos en él. La esencia de la adoración es ser satisfechos por Dios y responder con gratitud y admiración.
Preguntas frecuentes
¿De qué manera podemos dar a Dios sin satisfacer sus necesidades?
Dios nos llama a servirle, pero no para satisfacer sus propias necesidades, sino para ayudarnos a cumplir sus propósitos.
¿Cómo se armonizan las Escrituras que hablan de dar y recibir en la adoración corporativa?
La esencia de la adoración es recibir de Dios, siendo satisfechos en su presencia. Al recibir con hambre y necesidad, glorificamos a Dios. El lenguaje de "dar" se refiere a reconocer y atribuir los atributos de Dios, no a añadirle algo.
¿Cómo puede nuestra voluntad de dar ser un regalo?
Tanto el don que damos como el acto de dar son regalos de Dios. Él nos capacita y nos hace dispuestos a darle lo que ya le pertenece.
¿Por qué siempre somos receptores, incluso al dar?
Todo lo que tenemos viene de Dios. Incluso en nuestro dar, recibimos el gozo y la satisfacción de honrarlo.
¿Cómo puede ser que dar en adoración sea en realidad recibir?
Dar alabanza a Dios completa nuestro gozo en él. El amor y la admiración que expresamos hacia Dios no solo lo glorifican sino que también profundizan nuestra propia alegría y satisfacción en su presencia.