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¡Ven y adoremos al Señor!

Alabanza y adoración al Dios supremo

El Salmo 95 nos invita a exaltar al Señor con cánticos gozosos. Como “Roca de nuestra salvación” (v. 1), Él es nuestra fortaleza y refugio. Con gratitud, acudimos a su presencia, alabándole con salmos que expresan nuestro amor y admiración.

El dominio de Dios sobre toda la creación

El salmista proclama la grandeza de Dios (v. 3). Él es el “gran Rey”, superior a cualquier otra deidad. En su mano sostiene las profundidades de la tierra y las cimas de las montañas (v. 4). El océano y la tierra seca son obra de sus manos (v. 5).

Una invitación a la adoración y la sumisión

El salmista exhorta a los creyentes a adorar y postrarse ante el Señor (v. 6). Él es nuestro Creador y Sustentador. Como sus “ovejas”, reconocemos su autoridad y le entregamos nuestras vidas en sumisión (v. 7).

La advertencia del endurecimiento del corazón

El salmista recuerda la rebelión del pueblo de Israel en el desierto (v. 8-11). A pesar de haber presenciado los milagros de Dios, endurecieron sus corazones y desobedecieron sus mandamientos. Como resultado, sufrieron el castigo de Dios y no pudieron entrar en su descanso prometido.

Una llamada a la obediencia y la fe

El salmista concluye con una advertencia solemne: “Hoy, si oís su voz: no endurezcáis vuestros corazones” (v. 7-8). Dios nos invita a confiar en él y a obedecer sus preceptos. Al hacerlo, experimentaremos su gracia, protección y bendiciones.

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Preguntas frecuentes

¿Quién es el Señor al que debemos cantar alabanzas?
Respuesta: El Señor es el gran Dios, el Rey sobre todos los dioses.

¿Cómo debemos acercarnos al Señor?
Respuesta: Con agradecimiento, cánticos alegres y adoración.

¿Quién es el pueblo de Dios?
Respuesta: Somos el pueblo de su pastura, las ovejas de su mano.

¿Qué advertencia nos da el Señor?
Respuesta: No endurezcamos nuestros corazones como en la rebelión del desierto.

¿Por qué se enojó Dios con la generación del desierto?
Respuesta: Porque probaron a Dios, dudaron de sus obras y se desviaron de sus caminos.

¿Qué juró Dios en su ira?
Respuesta: Que no entrarían en su reposo.

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