Todas las Cosas para Dios, de Dios y por Él: El llamado a la gloria
La suprema soberanía de Dios
La Palabra de Dios declara solemnemente que "de Él, por Él y para Él son todas las cosas" (Romanos 11:36). Esta verdad fundamental afirma la absoluta soberanía de Dios sobre toda la creación. Él es el origen, el sostén y el fin último de todo lo que existe.
La dependencia humana
Como consecuencia de esta soberanía, los seres humanos somos totalmente dependientes de Dios. No podemos darle nada que ya no sea suyo, ni ofrecerle consejo alguno que él no conozca. Esta humildad nos libera de la presunción y la arrogancia, reconociendo que todo lo que poseemos y somos proviene de él.
La incomprensibilidad de los caminos de Dios
La insondable sabiduría y conocimiento de Dios hacen que sus caminos y juicios sean a menudo incomprensibles para nuestras mentes finitas. Debemos maravillarnos de su poder y confiar en su bondad, incluso cuando no podamos entender completamente sus planes.
El llamado a la gloria de Dios
El propósito final de todas las cosas es glorificar a Dios. Él creó el universo y diseñó la historia para demostrar su grandeza y belleza. Envió a su Hijo, Jesucristo, para vindicar su justicia y restaurar la gloria que habíamos mancillado.
Nuestra respuesta de alabanza
Ante esta revelación de la suprema soberanía de Dios, Pablo irrumpe en una profunda adoración en Romanos 11:33-36. Nos invita a unirnos a él en alabanzas por las "riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios".
El fruto de la adoración
La adoración a Dios no es un mero ejercicio religioso, sino el corazón de la vida cristiana. De ella fluye la obediencia a sus mandatos, el amor al prójimo y la transformación de nuestro carácter. Al contemplar la gloria de Dios, nuestros corazones se llenan de gratitud y nuestros pasos se guían por la humildad y el servicio.
El mensaje de Romanos 1-11 nos lleva a un profundo reconocimiento de la soberanía de Dios, nuestra dependencia de él y el llamado a glorificarlo. Al adorar a Dios y aceptar nuestro papel como mayordomos de su gracia, encontramos verdadero propósito, gratitud y alegría en la vida.
¿Qué significa que todas las cosas son de Dios, por Dios y para Dios?
Todas las cosas existen porque Dios las creó y las sustenta. Todo lo que tenemos, incluyendo nuestras habilidades, talentos y posesiones, provienen de Él.
¿Es posible dar un regalo a Dios que no le pertenezca?
No, porque todo lo que existe ya es propiedad de Dios.
¿Es posible aconsejar a Dios sobre cómo hacer las cosas?
No, porque Dios posee un conocimiento y una sabiduría infinitos.
¿Por qué los caminos y juicios de Dios pueden parecer insondables?
Porque nuestras mentes finitas no pueden comprender completamente la sabiduría y el propósito de Dios que guían sus decisiones.
¿Cuál es el propósito final de todas las cosas?
Glorificar a Dios. Todas las cosas existen para mostrar la grandeza y la belleza de Dios.