¿Son necesarias las divisiones en la Iglesia?

El impacto de las divisiones

La Iglesia se enfrenta a un momento de divisiones, tanto a nivel de redes y denominaciones como dentro de las iglesias locales y entre amigos. ¿Son estas divisiones beneficiosas o perjudiciales? ¿Promoverán la pureza y el bien final de la Iglesia o conducirán a su detrimento y a un testimonio debilitado en el mundo actual?

Evitar los extremos

Es importante abordar las divisiones sin menospreciarlas ni exagerarlas. Si bien no deben tomarse a la ligera, tampoco deben considerarse mortales para la Iglesia. Son trágicas, pero también predichas.

El equilibrio de la unidad

La unidad más profunda entre los elegidos de Dios es un don. No la creamos ni la mantenemos con nuestras fuerzas. Cuando creemos en Cristo, nos unimos espiritualmente al único cuerpo de Jesucristo, convirtiéndonos en miembros unos de otros.

La eficacia pública de nuestra unidad no radica en la uniformidad institucional, sino en las actitudes y acciones de amor que los no creyentes ven entre los creyentes. Esta es la forma en que se produce el milagro y se atrae a los incrédulos a nuestra comunidad.

La verdad como base de la unidad

La única unidad que glorifica a Dios es la que se basa en la verdad. Él es un Dios de verdad, y el conocimiento de la verdad nos libera. Para Cristo y sus apóstoles, era inconcebible amar a alguien sacrificando la verdad en aras de la paz.

El amor que todo lo abarca

Debemos evitar las disputas y divisiones innecesarias. Sin embargo, también debemos reconocer que las divisiones son inherentes a la Iglesia y son necesarias para exponer las diferencias subyacentes.

Jesús predijo que la desunión y el conflicto estarían presentes en la Iglesia desde sus inicios. Estas divisiones no son solo externas, sino que también se manifiestan en un enfriamiento del amor y una traición mutua.

La profecía de las divisiones

Las Escrituras advierten que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, lo que sugiere que las divisiones y la apostasía son parte del plan profético de Dios.

Las divisiones en la Iglesia son trágicas, pero están predichas. Debemos esforzarnos por la unidad, pero también debemos reconocer que las divisiones son inevitables. El equilibrio reside en no menospreciarlas ni exagerarlas, y en mantener el amor y la verdad como pilares de nuestra fe.

Preguntas Frecuentes

¿Por qué son inevitables las divisiones en la iglesia?
Jesús predijo que la discordia y el conflicto serían inherentes a la iglesia debido a la presencia de personas no convertidas (parábolas de la red de pesca y el trigo y la cizaña).
También profetizó que el amor se enfriaría y la apostasía aumentaría en los últimos tiempos (Mateo 24:4-5, 9-13).

¿Cómo debemos responder a las divisiones en la iglesia?
No minimizar su gravedad (Juan 13:34-35; Juan 17:21; Efesios 4:1-3).
No desesperarse (1 Corintios 11:18-19; Mateo 18:7; Mateo 24:4-5, 9-13).
Concentrarse en mantener la unidad en el Espíritu a través del amor y el perdón (Efesios 4:31-32).
Declarar y defender la verdad mientras tratamos a los demás con amor (Efesios 4:15).

¿Cuál es el propósito de las divisiones en la iglesia?
Exponer la falta de unidad subyacente (1 Corintios 11:18-19).
Distinguir a los verdaderos seguidores de los falsos (1 Corintios 11:19).
Llevar a los verdaderos creyentes a una mayor madurez y discernimiento (1 Corintios 11:19).

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¿Cómo podemos glorificar a Dios en medio de las divisiones?
Orando por la unidad en la verdad (Efesios 4:3).
Manteniendo actitudes y acciones amorosas hacia los demás (Efesios 4:31-32).
Hablando la verdad con amor (Efesios 4:15).
Evitando las calumnias y los ataques personales (Efesios 4:31).

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