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¿Sigues Necesitando Buenos Amigos?

Amigos: Un Vínculo Indispensable

La amistad es un tesoro ineludible que aporta plenitud, satisfacción y alegría a nuestras vidas. Si bien reconocemos su importancia, a menudo la descuidamos, dejando que se desvanezca durante años o incluso décadas. Como dijo Drew Hunter, “la amistad es, para muchos de nosotros, uno de los aspectos más trascendentales pero menos considerados de la existencia”.

La Esencia de la Amistad

La amistad es una relación excepcional que no es esencial para nuestra supervivencia. Esta singularidad es lo que la hace tan poderosa y valiosa. C.S. Lewis afirma que la amistad es “innecesaria, como la filosofía, el arte o el propio universo, porque Dios no debía crearlos. No tiene valor de supervivencia; más bien, es uno de esos elementos que dan valor a la supervivencia”.

Si bien podemos subsistir sin amigos, ¿qué tipo de vida sería esa? La verdadera plenitud se encuentra en una vida compartida. Lewis continúa, “este amor, libre de instintos, obligaciones y celos, y desprovisto de la necesidad de ser necesitado, es eminentemente espiritual. Es el tipo de amor que uno podría imaginar entre ángeles”.

Amigos: Ventana a la Divinidad

Las amistades cristianas nos elevan por encima de las limitaciones humanas. Nos permiten conocer más profundamente la creatividad y supremacía de Dios. Al contemplarlo juntos, experimentamos su naturaleza a través de los ojos del otro. La belleza y el valor de Dios no pueden ser agotados por una sola perspectiva. Por lo tanto, dos pueden ver más que uno. Cuanto más compartamos de Él, más tendremos de Él.

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Es por esto que Dios planeó redimir a personas de toda tribu, lengua y nación (Apocalipsis 7:9). La singularidad de cada uno nos permite apreciar y valorar dimensiones de Cristo que millones podrían pasar por alto. Así también ocurre en la amistad. Al contemplar a Dios en conjunto, obtenemos una visión más amplia de su ser.

Amigos: Valentía Encarnada

Además de ayudarnos a conocer a Dios, las amistades nos impulsan a vivir más radicalmente para Él. Las mayores proezas que logramos en la vida y el ministerio a menudo se deben a la ayuda y el aliento de los amigos. Como destaca Hunter, “uno de los mayores dones que podemos ofrecer a nuestros amigos es el estímulo. Al escuchar y entusiasmarnos con sus ideas, despertamos sus almas a la acción. Elevamos sus corazones y los impulsamos”.

Jesús envió a los discípulos de dos en dos (Marcos 6:7) para proporcionarles valor y apoyo en su camino. Sabía que harían más bien como doce parejas que como veinticuatro individuos aislados. Reconoció que vencerían al pecado y a Satanás juntos de una manera que no podrían hacerlo solos.

La Verdadera Naturaleza de la Amistad

Las verdaderas amistades no se centran en sí mismas. Se forjan mientras perseguimos algo superior: Dios, su Palabra, nuestras familias, las necesidades de la iglesia, los creyentes más jóvenes, los perdidos. “La condición misma de tener amigos es que deseemos algo más que amigos… Los que no tienen nada no pueden compartir nada; los que no van a ninguna parte no pueden tener compañeros de viaje”, afirma Lewis.

Para experimentar amistades genuinas, debemos buscar a Dios con fervor, asumir riesgos para glorificarlo y luego observar quién corre a nuestro lado. Es en esa intersección donde florecen las amistades que nos elevan, nos inspiran y nos empoderan para vivir vidas más plenas y significativas.

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¿Cómo nos ayuda la amistad cristiana a ver más de Dios?

Según el texto, la amistad cristiana nos ayuda a ver más de Dios al permitirnos experimentar su creatividad y supremacía de manera íntima. Cada amigo ve a Dios de forma única, y al compartir estas perspectivas entre nosotros, ampliamos nuestra propia comprensión de su naturaleza.

¿Por qué envió Jesús a los discípulos de dos en dos?

El texto sugiere que Jesús envió a los discípulos de dos en dos para brindarles apoyo y coraje. Al trabajar juntos, podían animarse mutuamente y superar los desafíos del ministerio, logrando más juntos que si trabajaran solos.

¿Por qué no deberíamos centrarnos en la amistad en sí misma?

El texto afirma que las buenas amistades no se centran en sí mismas. En cambio, surgen cuando compartimos intereses y perseguimos objetivos comunes, como seguir a Dios, servir a la iglesia y alcanzar a los perdidos. Al enfocarnos en algo más grande que nosotros mismos, encontramos la camaradería y el apoyo que vienen con la verdadera amistad.

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