¿Quién fue George Mueller, el hombre que confiaba en Dios para alimentar a 300 niños?
Un pasado problemático
George Mueller no siempre fue el hombre de fe y carácter que conocemos hoy. De niño, robaba a su padre y de adolescente, se escapaba de los hoteles sin pagar. Incluso fue encarcelado por la policía. Pero todo cambió cuando asistió a un estudio bíblico y se encontró con el amor y la gracia de Dios.
Una profunda transformación
Después de su encuentro con Dios, Mueller se convirtió en un hombre nuevo. Dejó de beber, apostar y burlarse de los demás. En cambio, dedicó su vida a leer la Biblia, compartir su fe y asistir a la iglesia. Pero sus amigos anteriores lo rechazaron por sus nuevas creencias.
El llamado de Dios
Cuando Mueller le dijo a su padre que quería ser misionero, este se enfadó. Quería que su hijo tuviera un trabajo bien remunerado y no fuera un misionero pobre. Sin embargo, Mueller sabía que debía seguir el llamado de Dios, aunque su padre no lo apoyara.
La dependencia de Dios
Mueller regresó a la universidad sin saber cómo pagaría su matrícula. Entonces, hizo algo inusual: se arrodilló y le pidió a Dios que lo proveyera. Para su sorpresa, un profesor llamó a su puerta y le ofreció un trabajo de tutoría pagada. Este fue el comienzo de la dependencia de Mueller en Dios.
El cuidado de los huérfanos
Después de terminar la universidad, Mueller se convirtió en pastor de una iglesia en Inglaterra. Se negó a aceptar un salario y confió en Dios para satisfacer sus necesidades. Fue entonces cuando sintió el llamado a abrir un orfanato para los niños huérfanos que veía en las calles.
Oraciones contestadas
Mueller oró a Dios por un edificio, personal y dinero para comida y ropa. Dios respondió sus oraciones a diario. A veces, personas adineradas enviaban grandes sumas de dinero, mientras que los niños pequeños donaban lo poco que tenían. Muchos alimentos y suministros llegaban en el último momento, pero Dios siempre proveía sin que Mueller tuviera que pedir ayuda a nadie.
El legado de Mueller
Más de 10.000 niños vivieron en el orfanato de Mueller a lo largo de los años. Cuando los niños crecían, Mueller oraba con ellos y les entregaba una Biblia en su mano derecha y una moneda en su mano izquierda. Les decía que si se aferraban a Dios, siempre tendrían algo en su otra mano.
El legado de Mueller sigue vivo hoy, inspirando a cristianos de todo el mundo a confiar en Dios para sus necesidades y las de los demás. Su historia nos enseña que incluso aquellos con pasados difíciles pueden encontrar redención y vivir una vida de fe y servicio.