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Después del Evangelio: La Respuesta del Creyente

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El Evangelio, el corazón de la Liturgia de la Palabra, proclama la Buena Nueva de la salvación a través de Jesucristo. En respuesta a este mensaje transformador, los creyentes son llamados a una vida de fe, esperanza y caridad. Este artículo explora las diversas formas en que respondemos después de escuchar el Evangelio.

I. Acto Penitencial: Reconociendo Nuestro Pecado

Después del Evangelio, el sacerdote invita a los fieles al acto penitencial, un momento de reconocimiento de nuestro pecado y petición de perdón. A través de oraciones como el “Yo confieso”, los creyentes expresan su arrepentimiento y su deseo de vivir en la gracia de Dios.

Ejemplo: En la Parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15:11-32), el hijo menor reconoce su pecado y regresa a casa, arrepentido y buscando el perdón de su padre.

II. Homilía: Iluminando la Palabra

La homilía es un sermón pronunciado por el sacerdote, que ofrece una interpretación de las Escrituras y una aplicación a la vida de los fieles. La homilía ilumina el mensaje del Evangelio, brindando orientación espiritual y permitiendo a los creyentes profundizar su comprensión de la fe.

Cita: “La homilía es una explicación del texto sagrado que alimenta la fe de los oyentes y los impulsa a vivir de acuerdo con el Evangelio”. – Papa Benedicto XVI

III. Credo: Profesando Nuestra Fe

Después de la homilía, los creyentes recitan el Credo, una declaración de fe que resume las creencias centrales del cristianismo. Al profesar el Credo, los creyentes afirman su fe en Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo.

Analogía: El Credo es como un mapa que guía a los creyentes a través del vasto paisaje de la fe, ayudándolos a permanecer en el camino correcto.

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IV. Oración de los Fieles: Intercediendo por los Demás

La Oración de los Fieles es un momento de intercesión, en el que los creyentes oran por las necesidades de la Iglesia, el mundo y los individuos. Estas oraciones expresan nuestra compasión y solidaridad con quienes sufren y buscan la ayuda de Dios.

Caso de Estudio: La Oración de los Fieles ha sido utilizada durante siglos para orar por los enfermos, los pobres y los oprimidos. En la Edad Media, se utilizaba a menudo para interceder por las víctimas de la peste.

V. Presentacion de las Ofrendas: Ofreciendo Nosotros Mismos

En la Liturgia Eucarística, los fieles presentan pan y vino como ofrendas. Estas ofrendas simbolizan nuestro propio ofrecimiento de nosotros mismos y nuestros recursos a Dios. Al ofrecernos a nosotros mismos, reconocemos nuestra dependencia de Él y nuestra voluntad de servirle.

Metáfora: Las ofrendas son como semillas plantadas en el jardín de Dios, donde crecerán y darán fruto en nuestras vidas.

VI. Comunión: Recibiendo a Cristo

El clímax de la misa es la Comunión, cuando los creyentes reciben el Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies del pan y el vino. Este acto sagrado nutre nuestro espíritu y nos une más íntimamente con Dios y con nuestros hermanos y hermanas en la fe.

Cita: “La Comunión es el alimento de nuestras almas, la fuente de nuestra fortaleza y el vínculo de nuestra unidad”. – Santo Tomás de Aquino

Al final de la misa, el sacerdote despide a los fieles con una bendición. Esta bendición nos envía al mundo como discípulos de Cristo, llamados a llevar el mensaje del Evangelio y a vivir como testigos vivientes de su amor.

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La respuesta después del Evangelio es multifacética e integral. Implica el reconocimiento del pecado, la iluminación de la fe, la profesión de la creencia, la intercesión por los demás, la ofrenda de nosotros mismos, la recepción de Cristo y el envío a la misión. Al abrazar estas respuestas, los creyentes profundizan su relación con Dios y se convierten en instrumentos de su gracia en el mundo.

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