¿Puede Dios ser realmente feliz?

La felicidad del Padre

La forma en que percibes a Dios influye directamente en tu relación con él. Si crees que Dios está constantemente decepcionado, evitarás acercarte a él por vergüenza e inseguridad. Si piensas que está demasiado ocupado, no querrás molestarlo. Y si crees que se enfada fácilmente, te mantendrás alejado por temor. Pero, ¿qué ocurriría si realmente supieras que Dios es profundamente feliz?

Según John Piper, Dios debe ser feliz. En su libro "Deseando a Dios", escribe: "Si Dios no es un Dios feliz, el hedonismo cristiano carece de fundamento. Porque el objetivo del hedonista cristiano es ser feliz en Dios, deleitarse en él y apreciar y disfrutar su compañía y favor. Pero los hijos no pueden disfrutar de la compañía de su Padre si él no es feliz. Por lo tanto, el fundamento del hedonismo cristiano es la felicidad de Dios".

Obstáculos para comprender la felicidad de Dios

Existen al menos tres obstáculos principales para ver y creer en la felicidad de nuestro Padre celestial:

  • El ejemplo imperfecto de nuestros padres: No conocemos a nadie que siempre sea feliz. Nuestros padres terrenales son falibles, sus emociones fluctúan y a menudo son imperfectos. Pueden ser impacientes, egoístas, deprimidos y temperamentales.
  • El mal y el sufrimiento en el mundo: Es difícil ser feliz en un mundo lleno de tanta desolación y tragedia. Los desastres naturales, las guerras y la violencia nos hacen cuestionar si Dios realmente está en control.
  • Nuestro propio pecado: ¿Puede un Padre estar realmente feliz cuando somos tan culpables? La vergüenza por nuestros pecados puede impedirnos creer en la felicidad de Dios.
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La fuente de la felicidad de Dios

Dios es feliz por sí mismo. No necesita nada externo para ser feliz. Él es perfecto en todos los sentidos y tiene todo lo que necesita dentro de sí mismo.

Además, Dios es soberano. Hace todo lo que le place y nada sucede sin su consentimiento. Por lo tanto, en cierto sentido, siempre se sale con la suya. Incluso cuando las cosas parecen ir mal, Dios tiene un plan más amplio y está trabajando todas las cosas para su bien y el de aquellos que lo aman.

Finalmente, Dios es misericordioso. Ha perdonado nuestros pecados a través del sacrificio de su Hijo, Jesucristo. A pesar de nuestra imperfección, Dios nos ama y se deleita en nosotros.

La felicidad que encontramos en Dios

Nuestro Dios es un Dios feliz que quiere que nosotros también seamos felices. Nos invita a compartir su felicidad y a experimentar la alegría que solo él puede dar.

Cuando creemos en Dios y seguimos sus caminos, encontramos la verdadera felicidad y el propósito. Dios nos da paz, consuelo y esperanza, incluso en medio de las tormentas de la vida.

En conclusión, nuestro Padre celestial es un Dios profundamente feliz y quiere que nosotros también seamos felices. A pesar de los obstáculos que podamos encontrar, podemos confiar en que Dios es soberano, misericordioso y nos ama incondicionalmente. Al creer en él y seguir sus caminos, podemos encontrar la verdadera felicidad y el propósito en la vida.

¿Cómo piensas de Dios? ¿Como principalmente feliz o enojado?

La forma en que piensas de Dios afectará tu relación con Él. Si crees que Él está constantemente decepcionado, evitarás acercarte a Él debido a la vergüenza y la inseguridad. Si piensas que está demasiado ocupado, no querrás molestarlo. Si piensas que está enojado, te mantendrás alejado por miedo. Pero, ¿qué sucedería en tu vida si supieras, realmente supieras, que Dios es profundamente feliz?

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¿Por qué es tan difícil para nosotros pensar en Dios como alguien feliz?

Existen al menos tres obstáculos principales para ver y creer la felicidad de nuestro Padre celestial: el ejemplo imperfecto de nuestros padres, el mal y el sufrimiento en el mundo y el pecado en nuestras propias vidas.

¿Cómo puedo ser feliz como Dios es feliz?

Nuestro Dios es un Dios feliz. Sabemos que el Padre y el Hijo experimentan un gozo pleno y perfecto el uno en el otro. Jesús oró al Padre: "Vengo a ti, y estas cosas hablo en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos" (Juan 17:13). Y más adelante en la misma oración: "Les he dado a conocer tu nombre y lo seguiré dando a conocer, para que el amor con el que me has amado esté en ellos y yo en ellos" (17:26). El amor del Padre por el Hijo y el amor del Hijo por el Padre: la comunión santa que tienen en el Espíritu Santo produce un gozo puro, completo y divino en el que Cristo nos acoge.

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