Protección y Provisión en Dios

El Refugio en Dios

En momentos de angustia y debilidad, encontramos consuelo en las palabras del rey David, quien clamó: "Protégeme, oh Dios, porque en ti confío". Esta súplica nos recuerda que Dios es nuestro refugio y fortaleza, un baluarte inquebrantable en medio de las tormentas de la vida.

Priorizando a Dios

Nuestra fe en Dios debe ser inquebrantable, como expresó David: "Tú eres mi Señor, mi bondad no se extiende a ti". Reconocemos que nuestra bondad no es nada en comparación con la infinita bondad y gracia de Dios. Nuestro enfoque debe estar siempre en Él, el único que verdaderamente puede sostenernos.

El Gozo de la Comunión

En medio de las pruebas, encontramos gozo en la comunión con los "santos que están en la tierra", aquellos que también confían en Dios. Juntos, compartimos nuestro amor por Él y nos apoyamos mutuamente en el camino de la fe.

Evitar la Idolatría

David nos advierte sobre las consecuencias de desviarnos de Dios: "Sus penas se multiplicarán... no ofreceré sus libaciones de sangre". La idolatría nos separa de Dios, trayendo dolor y destrucción a nuestras vidas. Debemos resistir la tentación de buscar satisfacción en cualquier otra cosa que no sea Él.

La Herencia Celestial

El Señor es nuestra porción heredada, nuestra copa de salvación. Él sostiene nuestro destino y nos asegura un futuro lleno de esperanza. "Las líneas han caído para mí en lugares agradables; sí, tengo una herencia hermosa". Nuestra herencia celestial es un regalo precioso que debemos atesorar.

La Presencia Constante de Dios

David encontró consuelo en saber que Dios estaba siempre a su lado: "He puesto al Señor siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido". La presencia constante de Dios nos da estabilidad y fortaleza en las pruebas.

La Esperanza de la Resurrección

David expresó su confianza en que Dios no lo abandonaría en la muerte: "No dejarás mi alma en el infierno; ni permitirás que tu Santo vea corrupción". Esta esperanza en la resurrección nos sostiene incluso ante la perspectiva de la muerte, sabiendo que nuestra vida continuará en la eternidad con Dios.

Preguntas Frecuentes

¿En quién debemos confiar para nuestra protección?

R: En Dios.

¿Quién es nuestro Señor y a quién no se extiende nuestra bondad?

R: El Señor es nuestro Señor, y nuestra bondad no se extiende a él.

¿Dónde se encuentra nuestro verdadero placer?

R: En los santos que están en la tierra y en los excelentes.

¿Qué pasará con aquellos que buscan a otros dioses?

R: Sus dolores se multiplicarán.

¿Quién es nuestra herencia y porción?

R: El Señor.

¿Qué nos dice el Salmo sobre nuestra porción?

R: Que ha caído en lugares agradables y que tenemos una buena herencia.

¿A quién debemos agradecer por nuestro consejo y guía?

R: Al Señor.

¿Cómo debemos mantener a Dios en nuestras vidas?

R: Poniéndolo siempre delante de nosotros.

¿Por qué no tenemos que preocuparnos por el futuro?

R: Porque Dios está a nuestra diestra y no seremos movidos.

¿Qué esperanza tenemos después de la muerte?

R: Que nuestras almas no serán abandonadas en el infierno y que nuestros cuerpos no verán la corrupción.

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