¿Por qué nos quejamos? Porque olvidamos
La amnesia espiritual, una enfermedad mortal
A veces, cuando leemos historias como la del éxodo, nos sorprendemos de la ingratitud del pueblo de Israel. ¿Cómo podían quejarse tanto después de ser liberados de la esclavitud? ¿Habían olvidado tan rápido el poder de Dios?
Esta "amnesia espiritual" es una enfermedad mortal. Hace que olvidemos las bendiciones y la provisión de Dios, y nos lleva a la queja y la ingratitud. Es un pecado que carcome nuestros corazones y amenaza nuestra fe y nuestra alegría.
¿Por qué nos quejamos?
Nos quejamos porque nuestro corazón no está agradecido. No estamos satisfechos con lo que tenemos y siempre queremos más. Quejarnos es una señal de que no confiamos en Dios. Creemos que sabemos mejor que él lo que necesitamos y cómo debe ser nuestra vida.
El antídoto para la amnesia espiritual
El antídoto para la amnesia espiritual es recordar. No solo recordar lo que Dios ha hecho por nosotros en el pasado, sino recordarlo constantemente. Debemos recordar su gracia, su misericordia y su fidelidad.
Dios nos dio un patrón en el éxodo: el maná del cielo. Cada día, Israel recibía suficiente maná para su sustento. Y Dios les ordenó que guardaran una jarra de maná como recordatorio de su provisión.
El maná en la jarra no se echaba a perder, a diferencia del maná normal. Esto era un recordatorio de que Dios no solo podía proveer para su pueblo en el desierto, sino que también podía preservarlos y sustentarlos.
Debemos recordar
Dios quiere que recordemos su fidelidad porque sabe que somos propensos a olvidar. Nos dice que nos tomemos un momento y pensemos en todas las bendiciones que nos ha dado:
- Cómo nos ha protegido del peligro
- Cómo nos ha dado una familia amorosa y amigos leales
- Cómo nos ha perdonado nuestros pecados
- Cómo nos ha guiado y sostenido en nuestros momentos difíciles
- Cómo ha respondido nuestras oraciones
- Cómo nos ha mostrado su amor y su gracia
El antídoto para la amnesia espiritual es hacer un esfuerzo consciente por recordar la gracia de Dios. Cuando recordemos su fidelidad, nuestra gratitud crecerá y nuestras quejas disminuirán.