¿Por qué imploramos: "Ven, Espíritu Santo"?
Un acercamiento a la presencia del Espíritu
Cuando los cristianos invocan "Ven, Espíritu Santo", a menudo lo hacen con cierta emoción, esperando experiencias espontáneas y una palpable cercanía de Dios. Sin embargo, la petición de la venida del Espíritu no es un fenómeno reciente. Durante siglos, creyentes de todas las corrientes han expresado estas palabras.
La omnipresencia y la presencia localizada del Espíritu
Si Dios está en todas partes, ¿no está ya presente el Espíritu? Sí, el Salmo 139:7 afirma que no podemos escapar de su presencia. Además, la Escritura indica que el Espíritu reside dentro de los individuos y habita en la iglesia (1 Corintios 3:16-17; 6:19). Por lo tanto, el Espíritu Santo siempre está con nosotros.
Sin embargo, el Espíritu también manifiesta su presencia de maneras únicas y en momentos específicos. Una de esas ocasiones es cuando la iglesia se reúne. Pablo declara en 1 Corintios 12:7 que "a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común". El Espíritu se manifiesta de diversas formas y grados, según sus propósitos.
¿Es apropiado orar al Espíritu?
Las oraciones en el Nuevo Testamento suelen dirigirse al Padre, y ocasionalmente al Hijo. No encontramos ejemplos explícitos de oraciones dirigidas directamente al Espíritu. ¿Significa esto que orar al Espíritu es incorrecto? No.
El Espíritu Santo, como la tercera persona de la Trinidad, es digno de adoración y obediencia, y se puede orar a él. Orar al Espíritu nos recuerda su naturaleza divina. Lo más importante es reconocer nuestra necesidad de su obra cada vez que nos reunimos.
Siete maneras en que el Espíritu viene
Cuando invocamos la actividad del Espíritu, a veces lo hacemos de forma imprecisa. Para evitar malentendidos y peligros, podemos identificar siete aspectos específicos de la obra del Espíritu Santo en nuestras reuniones:
- Habilitar la adoración: El Espíritu nos permite adorar a Dios (Filipenses 3:3; 1 Corintios 12:3).
- Dar seguridad: El Espíritu nos asegura el amor del Padre (Gálatas 4:6).
- Unificar: El Espíritu promueve la unidad entre los creyentes (Efesios 4:3).
- Transformar: El Espíritu nos cambia a la imagen de Cristo (2 Corintios 3:18).
- Empoderar: El Espíritu otorga dones espirituales para servir a los demás (1 Corintios 12:7).
- Iluminar: El Espíritu nos ayuda a comprender la Palabra de Dios (1 Corintios 2:12).
- Revelar la presencia de Dios: El Espíritu nos hace conscientes de la presencia de Dios (Revelación 21:3; 22:4).
Oración por la manifestación del Espíritu
Anhelamos una mayor manifestación del Espíritu Santo en nuestras vidas. Podemos orar: "Espíritu Santo, ven y haz lo que solo tú puedes hacer".
Al orar por la venida del Espíritu, reconocemos nuestra necesidad de su obra transformadora y su capacidad para glorificar a Cristo. Como dijo Graham Harrison, "Cuando no se experimenta la presencia manifestada de Dios, debemos buscarla humildemente, no descuidando nuestros deberes ni negando nuestras bendiciones actuales, sino reconociendo que siempre hay infinitamente más con nuestro Dios y Padre, que desea comunión con aquellos redimidos por la sangre de su Hijo y regenerados por la obra de su Espíritu".
¿Está el Espíritu Santo ya presente en nuestras reuniones si está presente en todas partes?
Sí, el Espíritu Santo está presente en todas partes, pero cuando nos reunimos, manifiesta su presencia de manera única, "localizando" su presencia para que podamos experimentarla y participar con él.
¿Es apropiado orar directamente al Espíritu Santo?
Sí, aunque no es un mandato, orar al Espíritu Santo es apropiado y bíblico. Reconoce su divinidad y nuestra dependencia de su obra.
¿Qué podemos esperar que haga el Espíritu Santo cuando pedimos su presencia?
El Espíritu Santo viene a:
- Habilitar nuestra adoración: Nos ayuda a ver y responder a la gloria de Dios.
- Asegurarnos: Nos recuerda el amor del Padre y nos da paz.
- Unificarnos: Nos capacita para perdonar, ver lo bueno en los demás y amar sin importar nuestros defectos.
- Transformarnos: Nos cambia a medida que contemplamos a Cristo en el evangelio.
- Empoderarnos: Nos otorga dones espirituales para servir a los demás.
- Iluminarnos: Nos ayuda a comprender la verdad bíblica.
- Revelar la presencia de Dios: Nos da una sensación de su cercanía y misericordia.