¿Por qué existe el infierno y qué pecado castiga?
El infinito insulto a Dios
En Romanos capítulo 1, encontramos la respuesta a la pregunta sobre el propósito del infierno. El pastor John Piper explica que el infierno existe porque es el castigo apropiado para un pecado infinito: el rechazo a Dios por algo más.
El infierno es un insulto cósmico porque los seres humanos, a pesar de conocer la supremacía de Dios, lo anteponen a sus propios deseos. Este intercambio es un rechazo directo de su gloria y valor.
El pecado primordial: preferir algo a Dios
Todos somos culpables de este pecado primordial. Valoramos otras cosas (dinero, poder, placer) más que a Dios. Incluso cuando reconocemos su existencia y valor, lo cambiamos por algo que nos atrae más.
Este intercambio es la raíz de todo mal. Las acciones pecaminosas como lastimar a otros son meras expresiones de este pecado fundamental. Es una declaración de que Dios no es nuestra máxima prioridad, nuestro mayor deseo.
La esencia del mal
El mal es esencialmente el rechazo a Dios. Es decir "No te quiero, prefiero esto". Este mal impregna todas nuestras acciones pecaminosas, incluso las aparentemente menores.
El tesoro de nuestros corazones
La pregunta crucial es: ¿Quién es el tesoro de nuestro corazón, Dios o algo más? Si Dios es nuestra principal prioridad, todo lo demás adquirirá su verdadero valor. Sin embargo, si algo diferente ocupa ese lugar, el dinero, el sexo y el poder se convertirán en fuentes de destrucción.
El infierno existe como un testimonio de la gravedad de nuestro pecado contra Dios. Es el castigo apropiado para nuestro insulto cósmico al preferir algo a su gloria infinita. Solo a través del arrepentimiento y la fe en Jesucristo podemos escapar de la condenación del infierno y encontrar verdadera satisfacción en Dios.
¿Por qué existe el infierno?
Porque es el castigo apropiado y justo para quienes rechazan a Dios y eligen valorar algo más que a Él.
¿Cuál es el pecado principal que se castiga en el infierno?
Preferir algo más que a Dios, lo cual es un insulto y un ultraje infinito.
¿Cómo somos todos culpables de este pecado?
Todos hemos elegido en algún momento algo más que a Dios, intercambiando Su gloria por cosas de menor valor.
