¿Por qué es tan difícil amar a Dios y a los demás?
El desafío de los mandamientos más importantes
Entre todas las enseñanzas de Jesús, dos mandamientos destacan por su belleza moral y su extraordinaria dificultad: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" y "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Estos dos preceptos resumen todo lo que Dios exige de nosotros y son la base de toda la Ley y los Profetas.
La dificultad de la obediencia
A pesar de su simplicidad, obedecer estos mandamientos es todo menos sencillo. Su alcance es tan amplio que puede resultar abrumador, incluso imposible. Como resultado, podemos caer en la tentación de creer que no tenemos que tomárnoslos demasiado en serio.
El error de asumir que no se nos exige obediencia
Es fácil suponer que, aunque estos mandamientos fueron una vez alcanzables humanamente en el Edén y lo serán de nuevo en nuestro estado glorificado, son imposibles de cumplir ahora en nuestro estado caído. Por lo tanto, los vemos como ideales elevados en lugar de normas prácticas. Incluso podríamos creer que su propósito es simplemente mostrarnos nuestra incapacidad para cumplirlos y nuestra necesidad de Cristo.
La expectativa de Jesús
Si bien es cierto que Jesús compró nuestra justificación a través de su obediencia perfecta, las palabras de Pablo, Santiago y otros apóstoles dejan claro que Jesús espera que nos esforcemos seriamente por amar a Dios con todo nuestro ser y a nuestro prójimo como a nosotros mismos, incluso ahora, en esta era.
El poder del Espíritu Santo y el apoyo de la comunidad
La grandeza de estos mandamientos puede resultar abrumadora. Si los tomamos en serio, nos obligan a preguntarnos: "¿Cómo voy a obedecerlos?". Esa es justamente la pregunta que debemos hacernos. Jesús nos ha dado el Espíritu Santo para guiarnos, el Nuevo Testamento para proporcionarnos ejemplos y la comunidad de la Iglesia para apoyarnos en nuestro camino.
El costo del amor
No podemos determinar si estamos dispuestos a pagar el precio hasta que no hayamos meditado profundamente sobre lo que estos mandamientos realmente exigen de nosotros. Jesús lo dijo claramente: "Ninguno de vosotros, que queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcule los gastos, a ver si tiene lo necesario para acabarla". Este costo es una expresión de amor, pues implica renunciar a lo que más valoramos.
La máxima expresión de amor: el sacrificio de Cristo
Los mandamientos de amor de Jesús son las palabras más difíciles y costosas de obedecer. Por eso, al final de su Sermón del Monte, Jesús dice: "Es angosta la puerta y es estrecho el camino que lleva a la vida". Y por eso, una de las últimas cosas que dijo a sus discípulos antes de su crucifixión fue: "Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado". Cuando leemos esta declaración, podemos escuchar el eco de sus dos grandes mandamientos y su expectativa de que los tomemos con la mayor seriedad.
Preguntas frecuentes
¿Por qué es tan difícil obedecer los mandamientos de amar a Dios y al prójimo?
Porque son muy amplios y pueden resultar abrumadores. Podemos suponer que no estamos obligados a tomarlos en serio.
¿Es realmente posible amar?
Sí, es posible amar con la ayuda del Espíritu Santo y las enseñanzas del Nuevo Testamento.
¿Qué modelos de discipulado debemos buscar?
Los ejemplos de quienes viven radicalmente los mandamientos de amor de Jesús.
¿Cómo podemos obedecer los mandamientos de amor en nuestras vidas?
Meditando sobre ellos, buscando la guía del Espíritu Santo y el apoyo de la comunidad de la iglesia.
¿Cuál es el costo de obedecer los mandamientos de amor?
Puede implicar renunciar a posesiones materiales, tiempo y comodidad.
¿Por qué Jesús enfatiza tanto la dificultad de obedecer sus mandamientos?
Para que comprendamos el serio compromiso que implica seguirlo.
¿Qué podemos aprender de la declaración de Jesús: "Si me amas, guardarás mis mandamientos"?
Que nuestra obediencia es una expresión de nuestro amor por Dios.