¿Por qué Dios te juzga y cómo evitarlo?
El juicio de Dios: ¿Quién y por qué?
El Salmo 50 nos revela que Dios, el Todopoderoso, convoca a toda la humanidad para pronunciar su juicio. Él es el juez supremo, y desde su morada en el monte Sión, su esplendor es inigualable. Su fuego ardiente consume todo a su paso, mientras que una gran tormenta ruge a su alrededor. Él llama a los cielos y a la tierra para que sean testigos del juicio que se avecina sobre su pueblo.
Sin embargo, Dios también extiende una invitación: "Traigan a mis fieles, los que hicieron un pacto conmigo con un sacrificio". Su justicia será proclamada en los cielos, y Él mismo será el juez.
Las acusaciones de Dios
Dios acusa a su pueblo de olvidar su pacto y sus mandamientos. A pesar de sus sacrificios regulares, Él no se complace en ellos. No necesita sus ofrendas de animales, pues él posee todas las criaturas de la tierra. Lo que realmente anhela es gratitud y obediencia.
Dios condena la hipocresía de aquellos que pretenden seguir sus leyes mientras se entregan a la maldad. Se asocian con ladrones, cometen adulterio y difunden mentiras. Han ignorado las palabras de Dios y han despreciado su disciplina.
La respuesta esperada
Ante esta acusación, Dios exige arrepentimiento. "Arrepiéntanse, todos los que me olvidan", advierte, "o los haré pedazos y nadie los salvará". El sacrificio verdadero es la gratitud y la fidelidad. Al seguir el camino de Dios, se revela la salvación y se experimenta su protección.
¿Cómo evitar el juicio?
El Salmo 50 nos enseña que evitar el juicio de Dios implica:
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Recordar y obedecer el pacto con Dios
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Ofrecer sacrificios de gratitud y mantener las promesas
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Arrepentirse de los pecados y alejarse de la maldad
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Seguir el camino de Dios y confiar en su protección
Preguntas frecuentes sobre el Salmo 50: Dios es el juez
¿Por qué Dios ha convocado a toda la humanidad?
Para juzgar a su pueblo y declarar su justicia (v. 1-2).
¿Qué pide Dios a su pueblo?
Que se acerquen a él como fieles que han hecho un pacto con él a través de sacrificios (v. 5).
¿Qué importancia tienen los sacrificios para Dios?
Aunque no los necesita, Dios aprecia la gratitud y el cumplimiento de las promesas hechas a él (v. 14).
¿Cómo debemos responder cuando estamos en apuros?
Debemos invocar a Dios, y él nos librará (v. 15).
¿Qué condena Dios por encima de todo?
La impiedad, la hipocresía y el rechazo de su palabra (v. 16-21).
¿Qué espera Dios de aquellos que lo han abandonado?
Que se arrepientan y vuelvan a su camino (v. 22).
¿Cuál es el verdadero sacrificio que honra a Dios?
La gratitud y la obediencia (v. 23).