¡No te enfoques en el crecimiento personal, sino en Cristo!
El secreto para crecer en Cristo
Si bien el crecimiento en Cristo es esencial, no debe ser nuestro objetivo principal. En cambio, debemos centrarnos en la gloria de Cristo y buscar conocerlo y disfrutarlo.
Dios es quien produce el crecimiento, no nosotros. Somos participantes en el proceso, pero Él es el proveedor. Nuestra tarea es saborear su bondad, no esforzarnos por mejorar.
El verdadero objetivo de la disciplina cristiana
Las disciplinas espirituales como la lectura de la Biblia, la oración y la pertenencia a la iglesia no deben centrarse en nuestros esfuerzos, sino en Jesús. El objetivo final de estas prácticas es conocer y disfrutar de Él.
"El crecimiento espiritual es un efecto maravilloso de la disciplina espiritual, pero solo es un efecto".
El crecimiento en santidad es un resultado secundario de nuestra búsqueda de Cristo. Mientras contemplamos su gloria, nos transformamos a su imagen.
El fin último: conocer a Dios
Nuestro objetivo final no es ser cristianos maduros o hábiles practicantes espirituales, sino conocer a Dios. Las disciplinas de gracia existen para ayudarnos en este viaje.
"Conozcamos, busquemos conocer al Señor". (Oseas 6:3)
Entrénate en la piedad, pero recuerda que tu crecimiento es un efecto secundario. No te concentres en ti mismo, sino en Jesús. El objetivo final es conocerlo y disfrutarlo.
Preguntas Frecuentes
¿Quién es el responsable de mi crecimiento en Cristo?
Dios es el proveedor del crecimiento en Cristo, no nosotros.
¿Cómo puedo crecer en Cristo?
Al centrarme en la gloria de Cristo y disfrutar de su bondad, no en mis propios esfuerzos por mejorar.
¿Cuál es el propósito de las disciplinas espirituales como leer la Biblia, orar y asistir a la iglesia?
Conectarnos con Cristo, no simplemente mejorar nuestras propias habilidades o apariencia.
¿Por qué no debo centrarme en mi propio crecimiento como el objetivo final?
Porque nuestro objetivo es conocer y disfrutar a Jesús, no alcanzar una versión mejorada de nosotros mismos.
¿Cuál es el objetivo final de la vida cristiana?
Entender y conocer a Dios, y disfrutar de la relación con él.