¡No eres un don nadie!

La humildad genuina: más que autodesprecio

Muchos cristianos confunden la humildad con ideas como "no soy nada" o "soy solo un gusano". Sin embargo, estas afirmaciones no reflejan la perspectiva bíblica sobre la humildad. La Escritura nos llama santos, hijos de Dios y enfatiza nuestro valor como redimidos y amados por Él.

Definiendo la humildad

La humildad, según Romanos 12:3, no es subestimarse, sino tener un juicio sobrio de uno mismo, basado en la Palabra de Dios. Es reconocer que no creamos ni controlamos nuestras circunstancias, que somos pecadores y que somos salvos por gracia, no por nuestros méritos.

Facetas de la humildad

Andrew Murray destaca tres motivos para la humildad:

  • Como criaturas, reconocemos que no creamos a nosotros mismos.
  • Como pecadores, admitimos nuestra condición caída y rebelde.
  • Como santos, comprendemos que somos salvos por gracia y que no tenemos nada que jactarnos.

La humildad de Cristo

Filipenses 2:1-11 presenta a Jesús como el modelo perfecto de humildad. Él se hizo hombre, humillándose a sí mismo hasta la muerte. Su ejemplo nos enseña que la verdadera humildad proviene de la unión con Él, que nos transforma para considerar a los demás como superiores a nosotros mismos.

Distinguiendo la humildad

La humildad no es sentirse mal consigo mismo, compararse con otros o simplemente no alardear. La humildad moldeada por el evangelio nos muestra nuestra gran necesidad de salvación y la inmensidad de la gracia de Dios. Nos mantiene en nuestro lugar, pero también nos llena de confianza, sabiendo que merecemos el juicio pero hemos recibido misericordia.

Buscando la humildad

Hay prácticas que pueden cultivar la humildad:

  • Oración corporal: Arreglar nuestro cuerpo en posturas de adoración puede ayudarnos a sentirnos más humildes ante Dios.
  • Confesión rigurosa: Pedirle a Dios y a los demás el perdón, en lugar de excusas, promueve la humildad.
  • Ayuno: La debilidad física del ayuno nos recuerda nuestra dependencia de Dios.
  • Intercesión orientada hacia los demás: Orar por las necesidades de otros amplía nuestra perspectiva y fomenta la humildad.
  • Conversación centrada en los demás: Hacer preguntas y escuchar atentamente a otros demuestra humildad.

La paradoja de la humildad

Pararse ante la grandeza del Gran Cañón puede hacernos sentir insignificantes. Pero la verdadera humildad, forjada a través del evangelio, nos hace conscientes de nuestra pequeñez ante Dios, pero también nos eleva, dándonos confianza en su gracia salvadora.

¿Qué es la humildad según la Biblia?

La humildad bíblica es no pensar en uno mismo más altamente de lo que debe, sino con juicio sobrio, de acuerdo con lo que Dios dice en su palabra. Implica reconocer nuestra naturaleza creada, nuestra pecaminosidad y nuestra salvación por gracia.

¿Cómo se muestra la humildad en la vida cristiana?

La humildad se muestra al considerar a los demás mejores que uno mismo, buscar los intereses de los demás y vivir con una mezcla de contrición y confianza, sabiendo que merecemos la ira pero hemos recibido la gracia.

¿Cuáles son algunas prácticas que pueden ayudarnos a desarrollar la humildad?

  • Oración corporal (arrodillarse, levantar los brazos)
  • Confesión rigurosa
  • Ayuno
  • Intercesión por los demás
  • Conversación centrada en los demás

¿Cómo se distingue la humildad bíblica de otras ideas sobre la humildad?

La humildad bíblica se distingue de sentirse mal consigo mismo, compararse con los demás y simplemente no jactarse. Muestra nuestra naturaleza pecaminosa y la grandeza de la salvación de Dios.

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¿Por qué es importante cultivar la humildad?

La humildad nos permite experimentar la gracia de Dios plenamente, nos hace más efectivos en el servicio a los demás y es esencial para una relación correcta con Dios.

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