¿Me está castigando Dios?
La disciplina amorosa de un Padre
Como cristianos, podemos preguntarnos si Dios nos está castigando cuando enfrentamos dificultades como enfermedades, problemas familiares o financieros. Sin embargo, la Biblia nos trae buenas noticias en la carta a los Hebreos.
Los primeros lectores de esta carta habían sufrido persecuciones y aflicciones. Estaban cansados, desanimados y confundidos, sin entender por qué Dios permitía tales sufrimientos. Algunos incluso dudaban.
El autor de la carta aclaró doctrinas, exhortó firmemente y advirtió seriamente para que examinaran su fe. Luego, enfatizó un punto crucial:
Las dificultades que enfrentaban no eran castigos de Dios por sus pecados o fe débil. Los capítulos 7-10 explican claramente que el sacrificio de Jesús por el pecado fue de una vez por todas y para todos los creyentes (10:14). Ningún otro sacrificio era necesario (10:18).
El capítulo 11 presenta numerosos ejemplos de cómo la vida de fe siempre ha sido difícil para los santos.
Luego, en el tierno capítulo 12, el autor citó a Proverbios 3:11-12:
"Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor disciplina al que ama, y castiga a todo aquel que recibe como hijo".
"Soporten ustedes la disciplina, porque Dios los está tratando como a hijos", dijo. Estos santos no debían interpretar sus experiencias dolorosas como un castigo divino. Ese castigo fue completamente asumido por Jesús en la cruz.
El mensaje detrás de las dificultades
En cambio, debían entender el mensaje detrás de sus dificultades: "¡Dios los ama!". Él siente afecto paternal por ustedes. Se preocupa profundamente por ustedes. Está haciendo todo lo posible para que compartan su santidad (12:10) porque quiere que sean lo más felices posible y disfruten de la paz que produce la justicia (12:11).
Por eso, como padre, cuando disciplino a mis hijos, siempre les explico que no les estoy devolviendo lo que merecen por sus pecados. No uso la palabra "castigo" para que no piensen que les estoy dando lo que se merecen. Ese es el trabajo de Dios. Y si confían en Jesús, su castigo fue cubierto en la cruz.
Prefiero usar los términos "disciplina" o "corrección" y explicarles que los amo y que mi intención, aunque la disciplina sea dolorosa, es corregirlos y entrenarlos. Quiero que sepan que su padre los ama, se preocupa profundamente por ellos y está haciendo todo lo posible para guiarlos hacia el camino de la alegría.
La gracia en todo momento
Es fundamental recordar que todo lo que Dios siente hacia nosotros como cristianos es bondadoso. Cuando nos disciplina, es una valiosa muestra de su favor. Es lo que hace un padre amoroso. No nos está dando lo que merecemos porque "canceló la escritura de deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz" (Colosenses 2:14). En cambio, nos está entrenando en justicia porque nos ama profundamente.
¿Dios me está castigando?
¿Experimenta Dios dolor y angustia como forma de castigo?
El texto explica que, como cristianos, las dificultades y el dolor no son castigos de Dios por nuestros pecados. El sacrificio de Jesús cubrió todos nuestros pecados de una vez por todas.
El amor de Dios y la disciplina
¿Cómo debemos interpretar las dificultades y el dolor?
Dios nos disciplina porque nos ama y quiere que compartamos su santidad. La disciplina no es un castigo enojado, sino una expresión de cuidado y afecto paternal.
El objetivo de la disciplina
¿Cuál es el propósito de la disciplina de Dios?
El objetivo de la disciplina de Dios es corregirnos, entrenarnos y guiarnos hacia el camino de la alegría. Nos ayuda a crecer en santidad y a experimentar los beneficios de la vida justa.
La diferencia entre castigo y disciplina
¿Cómo se diferencia el castigo de la disciplina?
El castigo es un pago merecido por el pecado, mientras que la disciplina es un entrenamiento amoroso que tiene como objetivo corregir y guiar. Dios no nos castiga por nuestros pecados porque Jesús ya pagó el precio por ellos.
El amor de Dios en la disciplina
¿Cómo debemos ver la disciplina de Dios?
La disciplina de Dios es una forma preciosa de su favor. Es un testimonio de su amor y cuidado por nosotros. Nos muestra que quiere que vivamos vidas llenas de propósito y alegría.