¡Mamás, la guerra espiritual es real!
Satanás ataca a las madres, pero ¿por qué?
En la guerra espiritual, el hogar es el campo de batalla, y las madres son soldados de primera línea. Satanás nos ataca porque sabe que somos el núcleo de la familia, responsables de nutrir y cuidar a nuestros hijos.
Cómo nos ataca Satanás
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Nos hace justificar el pecado por el sufrimiento: El agotamiento o las náuseas pueden confundirnos sobre la naturaleza de nuestro malestar, llevándonos a pecar en ira, autocompasión o desesperación.
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Siembra dudas sobre la autoridad de Dios: "Did God really say..." es una táctica que Satanás usa para cuestionar las enseñanzas bíblicas, socavando nuestra confianza en Dios.
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Nos ciega a nuestro verdadero enemigo: Podemos centrarnos demasiado en las amenazas externas, ignorando la batalla interna contra nuestra propia carne.
Qué amenaza a Satanás
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Madres llenas de Cristo: Un alma desbordada de Cristo, alimentada diariamente por su Palabra, es nuestra mayor defensa contra Satanás.
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Obediencia alegre: A medida que crecemos, nuestra obediencia debe reflejar un disfrute agradecido de la vida, manifiesta en amor, alegría, paciencia, bondad y autocontrol.
Como madres, debemos estar conscientes de los ataques de Satanás. No podemos permitir que el sufrimiento, las dudas o las distracciones nos desvíen de nuestra misión. Al alimentarnos de la Palabra de Dios, buscar una comunidad cristiana y luchar contra nuestra propia carne, nos convertimos en guerreras espirituales efectivas, protegiendo a nuestros hijos y avanzando el Reino de Dios.
Preguntas frecuentes
¿Cuál es el papel de las madres en la guerra espiritual?
Las madres son combatientes activas en la guerra espiritual, ya que sus hogares son el campo de batalla y crían a los futuros soldados de Cristo.
¿Cómo ataca Satanás a las madres?
Satanás ataca a las madres mediante:
- Usar el sufrimiento como excusa para pecar
- Sembrar dudas sobre las enseñanzas de Dios
- Cegarlas a su propio pecado
¿Qué amenaza a Satanás?
Lo que amenaza a Satanás es una madre con un alma rebosante de Cristo, que encuentra su gozo y propósito en Él.