¡Libérate del miedo al qué dirán! Cinco remedios para complacer a Dios
1. Amor con temor y temblor
Para vencer el miedo al hombre, no recurras a la temeridad, sino a un miedo más saludable: el temor de Dios. Ama a las personas con respeto y reverencia hacia Él. Nuestro miedo excesivo a los demás surge de nuestra indiferencia hacia el corazón y los ojos del cielo.
2. Haz siempre lo que Dios dice
No actúes para agradar a los demás, sino como siervos de Cristo. Cumple la voluntad de Dios desde el corazón. Pregúntate qué decisiones te acercan más a Jesús y te hacen depender más de Dios.
3. Sacrifica la seguridad de la superficialidad
Sé sincero y auténtico. No cambies tu comportamiento para agradar a otros. La hipocresía esconde debilidades y exagera fortalezas, pero no nos protege. La sinceridad es el camino hacia la paz, el amor y la libertad.
4. Obedece a Dios en público y en privado
No obedezcas a Dios solo cuando te estén observando. Muéstrate igual cuando estás solo que cuando estás con otros. Los hipócritas buscan reconocimiento, pero pierden la recompensa eterna.
5. Busca tu recompensa en Dios
Complace a Dios y recibirás una recompensa celestial. No te conformes con las migajas del elogio humano. Dios te dará todo lo que necesites y más allá. Al buscar la aprobación de Dios, saciarás tu hambre de reconocimiento.
Complacer a Dios no significa despreciar a la gente. Jesús vino a servir, no a ser servido. Ama a los demás como Él lo hizo, pero no dependas de su alabanza ni temas su rechazo. Sigue estos remedios y libérate de la tiranía de complacer a la gente.
Preguntas frecuentes
¿Qué es el agrado a la gente?
El agrado a las personas es una tendencia pecaminosa a buscar la aprobación y la alabanza de los demás en lugar de la gloria de Dios.
¿Por qué es perjudicial el agrado a la gente?
El agrado a la gente impide que vivamos una vida centrada en Dios y nos hace vulnerables a la hipocresía y la búsqueda de la atención.
¿Cómo puedo vencer el agrado a la gente?
Para vencer el agrado a la gente, debemos:
- Amar a los demás con temor y temblor hacia Dios.
- Hacer siempre lo que Dios nos dice que hagamos.
- Sacrificar la seguridad de la superficialidad.
- Obedecer a Dios en público y en secreto.
- Buscar nuestra recompensa en Dios.
¿Debo dejar de amar a la gente para agradar a Dios?
No, no debemos dejar de amar a la gente. Sin embargo, debemos amar a los demás como Cristo lo hizo, contando sus intereses más importantes que los nuestros.