La Vela del Amor y Cristo: Significado, Escrituras y Oración
La Vela del Amor
Durante la cuarta semana de Adviento, algunas iglesias encienden la "Vela del Amor", también conocida como la "Vela del Ángel". Representa la pureza y el papel fundamental del amor en la historia de la Navidad.
El amor de José por María le impidió repudiarla cuando pensó que estaba embarazada de otro hombre (Mateo 1:18-19). El amor maternal de María por Jesús y el amor de Dios por nosotros, al enviar a su Hijo, son ejemplos del amor en la historia de la Navidad (Juan 3:16).
Jesús predicó sobre el amor durante su ministerio, destacando el mandamiento de amar a Dios y al prójimo (Mateo 22:36-40). El amor es la mayor de las virtudes y resume el propósito de la venida de Jesús a la tierra (1 Corintios 13:13).
La Vela de Cristo
Además de la Vela del Amor, las iglesias suelen encender una vela blanca en el centro de la corona de Adviento en Navidad o Nochebuena.
El blanco simboliza la pureza de Cristo, su inocencia y ausencia de pecado. Representa el papel de Jesús como luz en el mundo, trayendo esperanza, paz, alegría y amor.
La Vela de Cristo se suele hacer más grande que las demás para enfatizar que Él es la razón de la esperanza, la paz, la alegría y el amor que tenemos.
Oración para la Cuarta Semana de Adviento
Padre Celestial, el verdadero significado de la Navidad se resume en una palabra: amor. Enviaste tu don de puro amor a nosotros en la primera Navidad. El amor descendió del cielo para nacer de una virgen, y se acostó en el áspero heno de un pesebre en un humilde establo en Belén.
Eres Rey de Reyes y Señor de Señores, Mesías y Gobernante de Todo, pero no viniste como un león sino como un cordero. Viniste como un bebé inocente cuyo propósito era caminar esta tierra con amor perfecto y luego dar tu vida en sacrificio por los pecados de tus hijos. Emmanuel. Dios con nosotros. Amor en forma de hombre.
No hay mayor regalo que este, que un hombre dé su vida por sus amigos. Diste voluntariamente el don de tu vida por tu amor. Tu sangre justa cubrió nuestro pecado. Nos redimes y restauras cuando te confesamos como Señor y Salvador de nuestra vida. En ese momento, nos das el don de tu amor por toda la eternidad. Recibimos gracia sobre gracia y misericordia sobre misericordia en ese momento.
El mejor regalo de todos llegó esa primera Navidad. No estaba envuelto en un hermoso paquete y colocado debajo de un árbol decorado. El mejor regalo vino envuelto en la carne del niño Jesús y colocado en la áspera madera de un pesebre. Nuestro regalo perfecto más tarde sería envuelto en las cicatrices de nuestros pecados y clavado en la madera áspera de una cruz en el Calvario, todo por amor.
Padre, en esta última semana de Adviento, llena nuestros corazones y mentes con el significado de esa verdad. Gracias, Señor, por amarnos lo suficiente como para enviar a Jesús. En el precioso nombre de Jesús oramos. Amén.