La Oración: Ayuda para Nosotros, Gloria para Dios
El Enfoque Divino
A diferencia de los seres humanos, Dios manifiesta su gloria no exigiendo ayuda, sino ofreciéndola. La Biblia afirma en Isaías 64:4: "No se ha oído hablar de ningún Dios fuera de ti que haya hecho algo en favor de quienes en él esperan". Dios no necesita nuestra asistencia, pues es autosuficiente (Hechos 17:25). En cambio, "se complace en mostrar misericordia" (Isaías 30:18).
Transformando la Oración
Esta perspectiva transforma nuestra forma de orar. Cuando pedimos ayuda a Dios, confiamos en que la otorgará por la gloria de su nombre, no por nuestros méritos. Su asistencia pone de relieve su abundante riqueza. Como declara Filipenses 4:19: "Dios proveerá a todas sus necesidades conforme a sus gloriosas riquezas en Cristo Jesús". La muerte de Jesús nos garantiza la ayuda que necesitamos. Así, no solo nuestras alabanzas, sino también nuestras peticiones, se convierten en medios para glorificar a Dios, dirigiendo la atención a su abundancia, no a nuestros derechos.
El Principio de la Gloria
El principio es claro: nosotros recibimos ayuda; Dios recibe gloria.
Ejemplos Bíblicos
El Salmo 79:9 ilustra este principio: "Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados, por amor de tu nombre". El salmista pide ayuda, liberación y perdón, mientras que Dios recibe un nombre exaltado.
En el Antiguo Testamento, este patrón se repite:
- "Por la gloria de tu nombre, oh Señor, perdona mi iniquidad, porque es grande" (Salmo 25:11).
- "Por la gloria de tu nombre, oh Señor, preserva mi vida" (Salmo 143:11).
- "Oye, oh Señor; perdona, oh Señor; presta atención y actúa, por tu bien, oh Dios mío" (Daniel 9:19).
El Enfoque en la Gloria de Dios
De manera similar, en el Nuevo Testamento, Jesús nos enseña a orar primero por la gloria del nombre divino: "Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre" (Mateo 6:9).
Las oraciones de Pablo también se centran en este fin:
- "Ruego que sean llenos del fruto de justicia que es por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios" (Filipenses 1:9-11).
- "Siempre oramos por ustedes, para que nuestro Dios... complete en ustedes toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en ustedes" (2 Tesalonicenses 1:11-12).
La Gloria de Dios en Nuestra Vida
Este enfoque es extraordinario. Dios exalta su gracia y poder brindando ayuda en lugar de exigirla. Él diseña la vida cristiana para que nosotros experimentemos gozo mientras Él recibe la gloria.
Sin embargo, esto requiere el nuevo nacimiento.
El Nuevo Nacimiento y la Humildad
Antes del nuevo nacimiento, rechazamos la humildad. No solo anhelamos la felicidad, sino que deseamos obtenerla a través de la importancia personal. Nos disgusta la idea de que Dios reciba toda la gloria mientras nosotros únicamente recibimos su ayuda y gozo.
Pero después del nuevo nacimiento, nos deleitamos en la soberanía de Dios. Nos contentamos con que Él reciba toda la gloria, mientras nosotros permanecemos como alegres solicitantes de su misericordia. Por lo tanto, oremos sin cesar, exhibiendo la gloria de Dios en nuestras vidas.
Preguntas frecuentes sobre "La oración: nosotros recibimos la ayuda, él recibe la gloria"
¿Por qué Dios muestra su gloria al ayudar en lugar de exigir ayuda?
Dios muestra su gloria al ayudar porque no necesita nuestra ayuda. Él es autosuficiente y exalta su misericordia al ayudarnos.
¿Cómo cambia la oración cuando reconocemos la naturaleza de Dios?
Cuando reconocemos que Dios no necesita nuestra ayuda, podemos orar con humildad, sabiendo que él nos responderá por su propio nombre y no por nuestros méritos.
¿Cuál es el principio fundamental de nuestra oración?
El principio fundamental de nuestra oración es: Nosotros recibimos la ayuda; él recibe la gloria. Reconocemos que Dios es el proveedor y nosotros los receptores, y buscamos glorificarlo en nuestras peticiones.
¿Cómo exalta Dios su nombre a través de nuestras oraciones?
Cuando oramos por la ayuda de Dios, reconocemos su poder y gracia. Al recibir su ayuda, glorificamos su nombre y exaltamos sus riquezas.
¿Qué significa que estamos "felices de que Dios sea Dios"?
Después del nuevo nacimiento, estamos contentos de que Dios sea Dios y no nosotros. No buscamos nuestra propia gloria, sino que nos alegramos de que Dios reciba toda la gloria mientras nosotros recibimos su ayuda y alegría.