¡Jesús fue Dios plenamente, incluso como bebé!

El Verbo se hizo carne

La Biblia afirma que Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a vivir entre nosotros en carne y hueso (Juan 1:14). Era plenamente Dios desde el principio, no alguien que se convirtió en Dios.

Será llamado Emanuel

La profecía de Isaías predijo el nacimiento de Jesús como "Emanuel", que significa "Dios con nosotros" (Mateo 1:23). Esto demuestra que Jesús era Dios, habitando entre los seres humanos.

Un bebé en un pesebre

El nacimiento de Jesús fue humilde, en un pesebre (Lucas 2:7). Este nacimiento sencillo mostró la cercanía de Dios y su deseo de estar con nosotros.

Plenamente Dios y plenamente humano

Aunque Jesús era plenamente Dios, también tomó la forma humana (Filipenses 2:5-8). Experimentó las alegrías y desafíos de la vida humana, lo que le permitió comprender profundamente nuestras necesidades.

¿Por qué importa esto?

El nacimiento de Jesús como bebé nos recuerda que Dios está con nosotros, incluso en nuestras dificultades. Nos trae consuelo, paz y esperanza. También nos inspira a servir a los demás y a confiar en Dios en todas las circunstancias.

¿Era Jesús plenamente Dios siendo un bebé?

Según las Escrituras, sí, Jesús era plenamente Dios incluso como bebé. Juan 1:14 afirma que "la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, la gloria del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad". Esto indica que Jesús, el Hijo de Dios, era plenamente Dios cuando vino a la tierra.

¿Cómo se demuestra esto en la historia de su nacimiento?

Mateo 1:23 declara que Jesús sería llamado "Emmanuel", que significa "Dios con nosotros". Esto indica que Jesús vino como Dios en forma humana para estar con nosotros. Además, el anuncio del ángel a los pastores en Lucas 2:11-12 proclama que "hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor". Esto confirma que el bebé nacido en el pesebre era el Hijo de Dios y el Mesías prometido.

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¿Por qué es importante creer que Jesús era plenamente Dios desde el nacimiento?

Creer que Jesús era plenamente Dios desde su nacimiento es crucial porque afirma su naturaleza divina y su capacidad para salvarnos. Como Dios, Jesús pudo identificarse completamente con nuestra humanidad, comprender nuestros pecados y sacrificarse por nosotros en la cruz. Su divinidad garantiza la eficacia de su sacrificio y su resurrección, que nos da esperanza y salvación.

¿Cómo nos ayuda esta verdad durante las temporadas difíciles?

Recordar que Jesús era plenamente Dios cuando nació nos brinda consuelo y esperanza durante los momentos difíciles. Sabemos que Dios está con nosotros, que comprende nuestros sufrimientos y que nos ama incondicionalmente. Su presencia en nuestras vidas como un bebé indefenso nos asegura que no estamos solos y que tenemos un Salvador que nos cuida y nos protege.

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