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¡Hijos de Dios: un amor incomparable!

El amor paternal de Dios

El amor de Dios por nosotros es extraordinario. Nos ha concedido el privilegio de ser llamados sus hijos (1 Juan 3:1). Este amor es incomprensible para el mundo que no conoce a Dios.

Nuestra esperanza transformadora

Como hijos de Dios, tenemos una esperanza futura. Aunque aún no sabemos completamente lo que seremos, confiamos en que seremos como Cristo (1 Juan 3:2). Esta esperanza nos impulsa a purificarnos y a vivir en santidad, reflejando su pureza.

Pecado y rebelión

El pecado es la rebelión contra la ley de Dios (1 Juan 3:4). Jesús vino para librarnos del pecado y hacerlo desaparecer (1 Juan 3:5). Quienes permanecen en Cristo no pecan, pero aquellos que lo hacen demuestran que no lo conocen verdaderamente (1 Juan 3:6).

La batalla contra el mal

El diablo es el instigador del pecado (1 Juan 3:8). Jesús vino para destruir sus obras y liberar a quienes han nacido de Dios (1 Juan 3:8). Los hijos de Dios están separados de los hijos del diablo por su práctica de la justicia y su amor por los demás (1 Juan 3:10).

El amor entre hermanos

El amor es esencial para los seguidores de Cristo (1 Juan 3:11). Debemos amar a nuestros hermanos, evitando el odio y el asesinato (1 Juan 3:12-15). El amor verdadero implica sacrificarse por los demás (1 Juan 3:16-17).

Seguridad y confianza en Dios

Incluso si nuestro corazón nos condena, Dios es superior y conoce todo (1 Juan 3:19-20). Si nuestra conciencia está limpia, podemos tener confianza en Dios y recibir sus bendiciones (1 Juan 3:21-22). El mandamiento de Dios de confiar en Jesucristo y amarnos unos a otros es esencial para permanecer en él (1 Juan 3:23-24).

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Preguntas frecuentes

¿Cómo podemos saber que somos hijos de Dios?

“Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios” (v. 1).

¿Qué esperanza tenemos como hijos de Dios?

“Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (v. 2).

¿Cómo afecta nuestra esperanza a nuestro comportamiento?

“Todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (v. 3).

¿Qué relación existe entre el pecado y la iniquidad?

“Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (v. 4).

¿Por qué vino Jesús?

“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (v. 8).

¿Cómo podemos distinguir entre los hijos de Dios y los hijos del diablo?

“En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios” (v. 10).

¿Cuál es el mensaje central sobre el amor?

“Este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros” (v. 11).

¿Qué debemos hacer para amar verdaderamente?

“No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (v. 18).

¿Qué nos asegura que somos de la verdad?

“Y por esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él” (v. 19).

¿Cómo podemos tener confianza ante Dios?

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“Si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios” (v. 21).

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