De las Aguas Tobilleras a las Aguas de Rodilla
La vida cristiana es un viaje que nos lleva por aguas de diversas profundidades. Para algunos, es como un chapoteadero, donde solo se sumergen los tobillos, refrescándose sin comprometerse. Para otros, es como caminar en aguas hasta la rodilla, satisfechos con la asistencia a la iglesia y el conocimiento superficial, pero sin profundizar. Estas primeras etapas representan un compromiso limitado y un temor a aventurarse más allá de lo conocido.
De las Aguas de Lomos a las Aguas de Natación
A medida que avanzamos en nuestro camino, llegamos a las aguas hasta los lomos. Aquí, el compromiso se vuelve más profundo, pero el miedo a ahogarse en la fe persistente. Nos aferramos firmemente al suelo firme, temerosos de sumergirnos por completo. Sin embargo, este es un punto crucial en nuestro viaje espiritual, ya que debemos confiar completamente en el Señor, renunciando a nuestros temores y aceptando los desafíos que se nos presentan.
Abrazando las Aguas Vivas
El objetivo final es alcanzar la otra orilla, donde nos sumergimos por completo en el Espíritu Santo. Como el río que simboliza nuestra vida en el Espíritu, las aguas vivas fluyen constantemente, refrescando y saciando nuestra sed espiritual. Esta es la etapa de la natación, donde abandonamos lo terrenal y confiamos completamente en Dios. No es un clavado repentino, sino un proceso gradual de decisión y compromiso.
Ejemplos y Casos de Estudio
El pastor John Piper, conocido por su enseñanza sobre la gracia, comparte su experiencia de pasar de las aguas de rodilla a las de natación. “Solía estar contento con asistir a la iglesia y adquirir conocimiento, pero sabía que había algo más. Un día, me di cuenta de que necesitaba confiar completamente en la gracia de Dios, y fue entonces cuando comencé a nadar”.
Otro ejemplo es el de la misionera Amy Carmichael, quien pasó su vida sirviendo a los niños necesitados en la India. “Cuando llegué a la India, me sentí abrumada por la pobreza y la desesperación. Pero en lugar de retirarme, decidí nadar en medio de todo esto. Confiaba en que Dios me daría la fuerza y la sabiduría para hacer la diferencia”.
Consejos para Profundizar en la Fe
Para profundizar en las aguas de nuestra fe, podemos seguir estos consejos:
- Dedica tiempo a la oración: La oración es un canal vital para conectarse con Dios y escuchar su voz.
- Lee la Biblia en profundidad: La Palabra de Dios nos guía y nos equipa para enfrentar los desafíos de la vida.
- Únete a una comunidad de fe: El apoyo y el aliento de otros creyentes pueden fortalecernos en nuestra fe.
- Afronta tus miedos: Identifica los temores que te impiden ir más profundo y confíalos a Dios.
- No te desanimes: El viaje espiritual tiene altibajos. No te rindas ante los obstáculos, sino persevera en la fe.
El viaje cristiano es un proceso continuo de profundización en las aguas del Espíritu. Desde las aguas superficiales hasta las aguas de natación, cada etapa nos presenta desafíos y oportunidades para crecer en nuestra fe. Al abrazar las aguas vivas, encontramos refrigerio, fortaleza y el cumplimiento del propósito de Dios para nuestras vidas. Recuerda, como dijo el apóstol Pablo: “No podemos vivir en la carne, y tampoco podemos vivir sin ella. Pero podemos vivir por el Espíritu que está en nosotros”.
¿Qué representan las cuatro formas de vivir la vida cristiana en la visión de Ezequiel?
Respuesta: Tobillos superficiales (chapoteadero), rodilla (caminar en el agua), lomos (esforzarse pero temer profundizar) y nadar (confiar completamente en el Señor).
¿Cuál es la meta en la vida cristiana según esta visión?
Respuesta: Llegar a la orilla opuesta nadando en el Espíritu.
¿Qué simboliza el río en esta visión?
Respuesta: La vida en el Espíritu.
¿Qué características tienen las aguas vivas?
Respuesta: Fluyen constantemente y nunca dejan sed.
¿Qué se espera de los cristianos?
Respuesta: Profundizar en la vida cristiana, quitando miedos y aceptando retos.
