¿Estás pidiendo ayuda en medio de la dificultad?

La oración de un corazón necesitado

En los momentos de angustia, nuestro corazón clama por ayuda. Como el salmista, podemos gritar: "No te alejes de mí, oh Señor, mi roca. Si te callas, me habré convertido en un igual de los que descienden al pozo" (Salmo 28:1). En nuestra desesperación, acudimos a Dios como nuestro refugio, sabiendo que nuestra esperanza yace en su respuesta.

La justicia de Dios

Mientras pedimos ayuda, también reconocemos la justicia de Dios. No podemos tolerar la maldad que nos rodea, aquellos que "hablan paz a sus vecinos, pero el mal está en sus corazones" (Salmo 28:3). Pedimos a Dios que los juzgue según sus obras, que les devuelva el castigo que merecen.

La gratitud por la respuesta

Nuestra petición no es solo por ayuda, sino también por gratitud. Cuando Dios escucha nuestro clamor, nuestro corazón se llena de alegría: "Bendito sea el Señor, porque ha oído la voz de mis súplicas. El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en él confía mi corazón, y soy ayudado; por tanto, mi corazón salta de alegría, y en mi cántico le alabaré" (Salmo 28:6-7).

La fuerza y la protección de Dios

En medio de las dificultades, encontramos fuerza en Dios. Él es nuestro "escudo" y "fortaleza", nuestra protección contra el mal. Confiamos en él con todo nuestro corazón, sabiendo que "su poder está en los que esperan en él" (Salmo 28:7).

La bendición para su pueblo

Nuestra oración no solo es por nosotros mismos, sino también por el pueblo de Dios. Pedimos su bendición, su guía y su protección: "Salva a tu pueblo, y bendice a tu heredad; pastorealos, y susténtalos para siempre" (Salmo 28:9). Que Dios los proteja, los guíe y los sostenga por toda la eternidad.

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Preguntas frecuentes

h3. ¿Por qué debemos orar a Dios?
Dios es nuestra roca y nuestro refugio (v. 1). Debemos orar a él porque es el único que puede ayudarnos en nuestras necesidades y protegernos del peligro (v. 2).

h3. ¿Qué debemos evitar en nuestras oraciones?
Debemos evitar orar con hipocresía y malicia (v. 3). Debemos ser sinceros y tener corazones puros cuando nos dirigimos a Dios.

h3. ¿Cómo trata Dios a los malvados?
Dios castiga a los malvados en proporción a su maldad (v. 4). Les da una muestra de sus propias acciones y destruye sus obras (v. 5).

h3. ¿Por qué debemos alabar a Dios?
Debemos alabar a Dios porque oye nuestras oraciones y nos da fuerza y protección (v. 6-7). Él es nuestro refugio seguro y nuestra fuente de alegría (v. 7-8).

h3. ¿Cómo protege Dios a su pueblo?
Dios protege a su pueblo dándole fuerza y convirtiéndose en su fortaleza (v. 8). Él los guía y los lleva como un pastor (v. 9).

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