El valor de la autodisciplina
Una lucha interna
La autodisciplina implica una batalla constante dentro de nosotros mismos. Reconocer que debemos controlar nuestros deseos implica que nuestro "yo" genera impulsos que no debemos satisfacer. Como dijo Jesús, debemos negarnos a nosotros mismos, tomar nuestra cruz y seguirlo (Lucas 9:23). Diariamente, nuestro "yo" produce deseos que deben ser "negados" o "controlados".
La puerta estrecha y el camino difícil
El camino hacia el cielo es angosto y está sembrado de tentaciones que nos impulsan a desviarnos. Por eso Jesús dijo: "Luchad por entrar por la puerta estrecha" (Lucas 13:24). La palabra griega para "luchar" es "agonizesthe", que transmite la idea de una agonía interior.
La ferocidad de la autodisciplina
Para comprender la verdadera naturaleza de la autodisciplina, debemos considerar las palabras de Jesús en Mateo 5:29: "Si tu ojo derecho te hace pecar, sácatelo y bótalo". Esta es la ferocidad de la autodisciplina. Es lo que está detrás de las palabras de Jesús en Mateo 11:12: "El reino de los cielos ha sufrido violencia, y los violentos lo arrebatan".
El ejemplo de los atletas
Pablo comparó a los cristianos con los atletas griegos que se entregaban a una rigurosa disciplina para alcanzar sus objetivos. Sin embargo, nuestro objetivo es eterno, no temporal. "Todo aquel que compite [agonizomenos] se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible" (1 Corintios 9:25). Por eso dijo: "Golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre" (1 Corintios 9:27). La autodisciplina implica negarse a los deseos pecaminosos, incluso cuando es doloroso.
El poder superior de Cristo
La autodisciplina cristiana no es simplemente "decir no". El problema es la palabra "simplemente". No decimos no por capricho. Decimos no con fe en la fuerza y el placer superiores de Cristo. Es igual de despiadado y potencialmente doloroso. Pero la diferencia entre la autodisciplina mundana y la piadosa es crucial. ¿Quién recibirá la gloria por la victoria? Ese es el quid de la cuestión. ¿La recibiremos nosotros o será Cristo quien la reciba? Si ejercitamos la autodisciplina por fe en el poder y el placer superiores de Cristo, Él recibirá la gloria.
Un don del Espíritu Santo
En la visión cristiana, la autodisciplina es un don. Es el fruto del Espíritu Santo: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz... dominio propio" (Gálatas 5:22-23). ¿Cómo "luchamos" contra nuestros deseos fatales? Pablo responde: "Por esto también trabajo, luchando [agonizomenos] según la eficacia de su poder que obra poderosamente en mí" (Colosenses 1:29). "Lucha" por el poder de Cristo, no por el suyo propio. Del mismo modo, nos dice: "Si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis" (Romanos 8:13). "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Zacarías 4:6). Debemos ser feroces, sí. Pero no por nuestro propio poder. "El caballo se alista para el día de la batalla; mas Jehová da la victoria" (Proverbios 21:31).
El poder de la gracia
¿Cómo produce el Espíritu este fruto de autodisciplina en nosotros? Instruyéndonos en el valor superior de la gracia y permitiéndonos ver y saborear (es decir, "confiar") en todo lo que Dios es para nosotros en Jesús. "Porque la gracia de Dios se ha manifestado... enseñándonos que, renunciando... a las pasiones mundanas... vivamos en este siglo" (Tito 2:11-12). Cuando realmente vemos y creemos lo que Dios es para nosotros por gracia a través de Jesucristo, el poder de los deseos equivocados se rompe. Por lo tanto, la lucha por la autodisciplina es una lucha de fe. "Pelea la buena batalla de la fe; echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo eres llamado" (1 Timoteo 6:12).
¿Qué implica la "autodisciplina" en el cristianismo?
La autodisciplina implica una batalla interna entre los deseos de nuestro "yo" y los mandamientos de Dios. Debemos negar nuestros deseos pecaminosos y tomar nuestra cruz diaria, siguiendo el ejemplo de Jesús.
¿Cómo se obtiene la autodisciplina?
La autodisciplina es un don del Espíritu Santo. Se obtiene a través de la lucha y el esfuerzo, confiando en la fuerza y el poder superior de Cristo.
¿Por qué es importante la autodisciplina?
La autodisciplina es esencial para entrar en el Reino de los Cielos, que es estrecho y lleno de tentaciones. Es una batalla constante contra nuestros deseos pecaminosos y una búsqueda diaria de la voluntad de Dios.
¿Cuál es la diferencia entre la autodisciplina mundana y la autodisciplina piadosa?
La autodisciplina mundana se enfoca en la gloria personal, mientras que la autodisciplina piadosa busca glorificar a Cristo. La autodisciplina piadosa se apoya en la fe en la superioridad del poder y el placer de Cristo.
¿Cómo produce el Espíritu Santo la autodisciplina en nosotros?
El Espíritu Santo produce autodisciplina en nosotros mostrándonos la preciosidad de la gracia de Dios y capacitándonos para ver y experimentar todo lo que Dios es para nosotros en Jesús. Esto rompe el poder de los deseos pecaminosos.