El Placer de Dios en Sus Acciones
La Soberanía de Dios
Dios es un ser infinitamente feliz que nunca ha experimentado soledad. Él ha encontrado satisfacción eterna en la gloria de su Hijo. Como tal, Dios no está sujeto a fuerzas externas que lo obliguen a actuar contra su voluntad.
La Libertad de Dios
Dios es libre de hacer lo que le agrada porque es completo y autosuficiente. Sus acciones no están motivadas por la necesidad o la coacción, sino por su propio placer. El Salmo 135:6 afirma: "Todo lo que el Señor quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos".
El Enigma del Juicio de Dios
Sin embargo, el profeta Ezequiel afirma que Dios no se complace en la muerte de los impíos (Ezequiel 18:23, 32). ¿Cómo se reconcilia esto con la libertad soberana de Dios?
Una Solución al Enigma
La muerte y la miseria de los impenitentes no son inherentemente agradables para Dios. Su alegría reside en vindicar la verdad, la bondad y su propia gloria. Cuando los pecadores son juzgados, Dios demuestra su justicia, poder y el valor infinito de su carácter.
Reverencia y Admiración
El conocimiento de la soberanía y libertad de Dios debe inspirar reverencia y asombro. Él es un Dios que no puede ser burlado ni atrapado. Incluso en la cruz, Jesús entregó su vida voluntariamente por el bien de los pecadores (Juan 10:18; Hebreos 12:2).
Preguntas frecuentes
¿Qué quiere decir "el placer de Dios en todo lo que hace"?
Dios es inherentemente feliz y satisfecho, y siempre ha encontrado placer en sí mismo, particularmente en la gloria de su Hijo.
¿Por qué dice la Biblia que Dios no se complace en la muerte de los impíos si hace todo lo que le place?
Aunque Dios no se deleita en la miseria en sí misma, encuentra placer en la vindicación de la verdad, la justicia y su propia gloria cuando juzga a los malvados.
¿Es Dios libre de hacer lo que quiera?
Sí, Dios es soberano y libre de actuar según su propia voluntad. Nada le obliga a hacer nada que no quiera.
¿Significa esto que Dios es cruel o vengativo?
No, Dios no es cruel ni vengativo. Cuando juzga a los impíos, lo hace para defender su propia gloria y establecer su justicia.
¿Qué implicaciones tiene esto para nosotros?
Debemos temer a Dios y evitar rebelarnos contra él. Él es un Dios soberano y justo que no puede ser frustrado.