El juicio implacable de Dios

El temblor de la tierra

En la visión del profeta Amós, el Señor se revela como una figura temible que sacude la tierra con su ira (Amós 9:1-2). Nada puede escapar de su juicio, ni siquiera aquellos que se esconden en las profundidades de la tierra o en las alturas de los cielos (v. 2-3). El juicio de Dios es tan completo que incluso el mar y sus criaturas se convierten en instrumentos de su ira (v. 3-4).

La destrucción del reino

Dios declara que destruirá completamente el reino de Israel (v. 8). No dejará nada en pie, sino que lo borrará de la faz de la tierra. Sin embargo, promete que no aniquilará por completo a la familia de Jacob (v. 8).

La criba y la salvación

El juicio de Dios actúa como una criba (v. 9), separando el trigo de la cizaña. Los pecadores serán eliminados, mientras que los justos serán preservados (v. 10). Dios afirma que ninguna "calamidad" vendrá sobre su pueblo sin su conocimiento y aprobación (v. 10).

La restauración futura

A pesar del juicio venidero, Dios promete restaurar la casa de David en el futuro (v. 11). Israel será reconstruido y volverá a ser una nación fuerte (v. 12). Dios plantará a su pueblo en su tierra y nunca más serán desarraigados (v. 15).

Preguntas Frecuentes sobre los Juicios Inevitables del Señor

¿Qué tan serios son los juicios de Dios?

El Señor declara que sus juicios serán implacables y que nadie, por muy poderoso o escondido que esté, podrá escapar de ellos.

¿Cuáles son las consecuencias de los juicios de Dios?

Los juicios de Dios traerán destrucción y muerte a aquellos que los merecen, pero también restauración y bendición a aquellos que se han arrepentido y han vuelto a él.

¿Por qué Dios juzga a su pueblo?

Dios juzga a su pueblo para disciplinarlos, purificarlos y restaurarlos. Él desea que vivan en obediencia y justicia, y sus juicios están diseñados para guiarlos hacia ese camino.

¿Hay alguna esperanza para los que han pecado contra Dios?

Sí, hay esperanza para los que han pecado contra Dios. El Señor promete restaurar a Israel y plantar a su pueblo en su propia tierra, donde nunca más serán desarraigados.

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