El cuerpo como instrumento para glorificar a Dios
El llamado al movimiento y la acción
En un mundo sedentario, donde la comodidad y la inercia nos alejan de la actividad, surge la necesidad de recordar el llamado bíblico a una vida de movimiento y acción. El cuerpo, lejos de ser un obstáculo, es un don divino destinado a servir a la causa del bien.
Pablo, en sus cartas a Timoteo y Tito, exhorta a sus discípulos a ser "ricos en buenas obras" (1 Timoteo 6:18) y a "mostrar en todo una conducta ejemplar en buenas obras" (Tito 2:7). El celo por hacer el bien debe ser una característica definitoria de los cristianos, quienes están llamados a "hacerse cargo de las necesidades urgentes" y "no ser improductivos" (Tito 3:14).
El cuerpo como herramienta de servicio
El cuerpo no es un mero objeto de contemplación, sino un instrumento para llevar a cabo la voluntad de Dios. Jesucristo, el Hijo de Dios, asumió un cuerpo humano para cumplir su misión en la tierra. El cuerpo es, por tanto, un medio para glorificar a Dios a través de actos de compasión, servicio y proclamación del Evangelio.
La aptitud para el servicio
La aptitud física no solo consiste en una apariencia estética, sino en la capacidad de utilizar el cuerpo para cumplir el propósito para el que fue creado. Ser "apto" significa estar preparado para "toda buena obra" (2 Timoteo 2:21; Tito 3:1). Esta preparación implica un esfuerzo consciente para mantener el cuerpo sano y funcional, dispuesto a responder a las necesidades de los demás.
El equilibrio entre el cuidado y la actividad
Si bien es cierto que el cuerpo tiene limitaciones, debemos resistir la tentación de caer en la complacencia o la inactividad. La moderación en el cuidado del cuerpo es esencial, pues el exceso puede convertirse en un obstáculo para el servicio.
El cuerpo como expresión de nuestra fe
Al utilizar nuestros cuerpos para hacer el bien, no solo cumplimos con nuestro llamado, sino que también damos testimonio de nuestra fe. El amor de Dios se expresa a través de nuestras acciones, y el cuerpo se convierte en un canal por el cual la gracia de Dios fluye hacia el mundo.
En conclusión, el cuerpo es un don invaluable, un instrumento para glorificar a Dios y servir a los demás. Al ser conscientes de su propósito y mantenerlo en buenas condiciones, podemos vivir una vida de movimiento, acción y servicio, dando testimonio del poder transformador de la fe cristiana.
Preguntas frecuentes
¿Cómo deben los cristianos tratar sus cuerpos?
Los cristianos deben glorificar a Dios con sus cuerpos (1 Corintios 6:20). Deben usar sus cuerpos para hacer buenas obras, lo que a menudo requiere movimiento y esfuerzo (Romanos 12:1).
¿Es importante que los cristianos estén en forma?
Sí, es importante que los cristianos estén en forma. La forma física permite que los cuerpos sirvan a propósitos más elevados, como hacer buenas obras y amar a los demás (2 Timoteo 2:21; Tito 3:1).
¿Qué pasa si alguien tiene una discapacidad que limita su capacidad física?
La discapacidad no es un impedimento para glorificar a Dios con el cuerpo. Los cristianos deben dignificar la discapacidad como una pérdida real, pero aún así esforzarse por utilizar sus cuerpos para hacer el bien (C.S. Lewis).
¿Cómo equilibra un cristiano el cuidado de su cuerpo con el disfrute de su espíritu?
El disfrute del espíritu de Cristo no debe conducir al abuso o la negligencia del cuerpo. El uso modesto y el mantenimiento del cuerpo mejoran el gozo espiritual y facilitan el llamado a amar (Filipenses 3:8).