El salmista expresa su anhelo profundo por Dios, comparándolo con el deseo de un ciervo por agua. Este anhelo lo consume, lo lleva a llorar y a enfrentar las burlas de quienes cuestionan su fe. Sus recuerdos de momentos de adoración en el templo lo llenan de nostalgia y dolor.
La lucha interior
El salmista lucha con la desesperación y el desaliento. Se siente abatido, oprimido por sus enemigos y abrumado por su propia pena. Las burlas y las dudas lo acosan, haciéndole cuestionar la existencia y el amor de Dios.
La esperanza en medio de la oscuridad
A pesar de su angustia, el salmista encuentra esperanza en Dios. Se aferra a la creencia de que Dios es su roca y salvación. Declara su determinación de alabar a Dios, incluso en los momentos más oscuros. La fe se convierte en su ancla, sosteniéndolo incluso cuando todo parece perdido.
El poder de la oración
En su desesperación, el salmista se vuelve hacia la oración. Habla con Dios, expresando su dolor, sus dudas y su anhelo de su presencia. La oración se convierte en un canal a través del cual él procesa sus emociones y busca el consuelo de Dios.
El amor inquebrantable de Dios
El salmista reconoce que Dios lo ama y lo cuida, incluso cuando no lo siente. A pesar de las tormentas y los desafíos, sabe que el amor de Dios es constante y permanece firme. Este amor le da fuerzas para seguir adelante, incluso en medio de la adversidad.
“Como un ciervo anhela corrientes de agua, así mi alma anhela por ti, oh Dios.” (v. 1)
¿Qué es lo que más desea el salmista?
“Tengo sed de Dios, del Dios viviente. ¿Cuándo podré ir y presentarme delante de Dios?” (v. 2)
¿Cómo afecta la burla de los enemigos al salmista?
“Día y noche mis lágrimas han sido mi alimento, mientras mis enemigos me dicen continuamente: ‘¿Dónde está tu Dios?'” (v. 3)
¿Qué recuerda el salmista que le trae tristeza?
“Mi alma se entristece dentro de mí cuando recuerdo cómo solía caminar entre la multitud, liderando la procesión hacia la casa de Dios, con gritos de alegría y cantos de alabanza, en medio de la multitud que celebraba.” (v. 4)
¿A pesar de su desesperación, qué esperanza tiene el salmista?
“Aún así, espero en Dios; aún lo alabaré. Él es la salvación de mi rostro y mi Dios.” (v. 5)
¿Desde dónde el salmista recuerda la bondad de Dios?
“Desde lejos, desde el monte Hermón, desde Mizar y desde el monte Hermon.” (v. 6)
¿Qué experiencia atormenta al salmista?
“Las aguas profundas me han rodeado; todas tus olas y tus olas han pasado sobre mí.” (v. 7)
¿Cómo consuela Dios al salmista en medio de su angustia?
“Pero el SEÑOR envía su amor fiel cada día, y de noche su canción está conmigo, una oración al Dios de mi vida.” (v. 8)
¿Qué pregunta el salmista a Dios en su angustia?
“Dios mío, mi roca, ¿por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar triste, oprimido por mi enemigo?” (v. 9)
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