¿Dios todavía valora y aprecia el trabajo duro?
El trabajo: un regalo de Dios
Desde el principio, Dios nos creó para trabajar. Nos encomendó llenar la tierra, cultivarla y tener dominio sobre ella. El trabajo no es producto del pecado, sino un aspecto fundamental del plan original de Dios para la humanidad.
Nos diseñó para movernos, ser activos y utilizar nuestras habilidades para crear cosas que mejoren nuestra vida. Incluso antes de que el pecado entrara en el mundo, Dios colocó al hombre en el jardín del Edén "para que lo cultivara y lo cuidara" (Génesis 2:15).
El trabajo como bendición y maldición
El trabajo es bueno, pero también está maldito. Esta es nuestra situación actual, hasta que la creación sea liberada de su esclavitud a la corrupción y entre con nosotros, los redimidos, en la libertad de la gloria de los hijos de Dios (Romanos 8:21).
Trabaja con tus manos
A menudo pensamos en el trabajo como lo que hacemos para recibir un pago. Sin embargo, para los cristianos, el trabajo va más allá de eso. El apóstol Pablo enfatiza la importancia de trabajar con nuestras propias manos (1 Corintios 4:12). Él mismo era un fabricante de tiendas.
Pablo esperaba lo mismo de todos los cristianos: "Aspiren a vivir en paz, a ocuparse de sus propios asuntos y a trabajar con sus propias manos, como les hemos instruido, para que vivan decentemente ante los de afuera y no dependan de nadie" (1 Tesalonicenses 4:11-12).
Libres para el bien de los demás
Cuando venimos a Cristo por fe, recibimos un don adicional además de la justificación: "el Espíritu Santo prometido" (Efesios 1:13). El Espíritu no solo produce en nosotros la fe por la que somos justificados, sino que también nos da nueva vida, nuevos deseos y nuevas inclinaciones.
Por el Espíritu, entrar en ese descanso no nos vuelve ociosos o perezosos. Más bien, Pablo dice que el Espíritu comienza a hacernos "celosos por las buenas obras" (Tito 2:14), ansiosos y dispuestos a hacer el bien (2 Timoteo 2:21; 3:16-17; Tito 3:1-2), dedicándonos a actos que sirven al bien de los demás (Tito 3:8, 14).
El ministerio cristiano como trabajo
Pablo no fue el primero en ver el ministerio cristiano como trabajo. Jesús habló de una cosecha abundante y de pocos trabajadores, y les dijo a sus discípulos que pidieran "al Señor de la cosecha que envíe trabajadores a su cosecha" (Mateo 9:37-38; Lucas 10:2).
Pablo no solo trabajaba con sus propias manos y exhortaba a otros a hacer lo mismo, sino que también veía el ministerio cristiano como trabajo. Se preocupaba de que sus labores no fueran en vano (1 Corintios 15:58; Gálatas 4:11; Filipenses 2:16; 1 Tesalonicenses 3:5).
Trabaja con tu amor
Pablo sabía que el trabajo duro por sí solo no era suficiente. En el ministerio cristiano, el objetivo no es el trabajo duro en sí mismo, sino el amor. Habló del "trabajo del amor", el trabajo duro que hacemos por los demás (1 Tesalonicenses 1:3). El trabajo duro para fines egoístas no es encomiable, pero el trabajo desinteresado, orientado a los demás y lleno de amor lo es.
¿Por qué el trabajo es bueno y malo?
El trabajo fue creado por Dios como un aspecto esencial de la vida humana, pero debido al pecado, también está maldito. Aunque el trabajo puede ser desafiante y frustrante, en última instancia vale la pena.
¿Qué es el "trabajo con las manos"?
El "trabajo con las manos" se refiere al trabajo remunerado que realizamos para proveer para nosotros mismos y nuestras familias. Incluye todo tipo de trabajo físico o manual.
¿Por qué es importante trabajar duro?
Trabajar duro es importante para los cristianos porque nos ayuda a servir a los demás y a glorificar a Dios. También nos protege contra la pereza y la dependencia de los demás.
¿Qué significa trabajar con amor?
Trabajar con amor significa hacer nuestro trabajo por el bien de los demás, no por nuestras propias metas egoístas. Implica poner el interés de los demás por encima del nuestro.
¿Cómo podemos superar la pereza?
Podemos superar la pereza recordando que Dios nos ha creado para buenas obras y que él nos fortalece a través de su gracia. Debemos confiar en que Dios nos proporcionará la energía y la motivación que necesitamos para trabajar duro.