Dios escoge a los humildes para avergonzar a los poderosos
El llamado de Dios
Cuando Dios nos llamó, no buscó a los sabios, poderosos o nobles según los estándares humanos. En cambio, eligió a los considerados necios, débiles y despreciables (1 Corintios 1:26-28).
La sabiduría de Dios
Dios no opera según la lógica del mundo. Eligió lo que los humanos consideran insensato para avergonzar a los arrogantes que confían en su propia sabiduría (v. 27). Del mismo modo, escogió lo débil para humillar a los fuertes que dependen de su poderío.
El poder de la humildad
Dios eligió a los humildes, aquellos que el mundo ignora y desprecia, para mostrar la inutilidad de las cosas terrenales (v. 28). Al hacerlo, demostró que incluso las cosas más insignificantes pueden usarse para derrocar a los orgullosos y poderosos.
Lecciones para nosotros
El llamado de Dios a los humildes tiene implicaciones profundas para nosotros:
- Nos recuerda que la verdadera sabiduría y fuerza provienen de Dios, no del mundo.
- Nos enseña a no confiar en nuestras propias habilidades o posición social.
- Nos anima a abrazar la humildad y a reconocer que Dios puede usarnos para sus propósitos, incluso si nos sentimos inadecuados.
Al abrazar la sabiduría de Dios y seguir su llamado, podemos convertirnos en instrumentos para avergonzar a los poderosos y revelar el verdadero valor de la humildad.
Preguntas frecuentes sobre 1 Corintios 1:26-28
¿A quiénes llamó Dios?
Dios llamó a las personas que el mundo considera necias, débiles, insignificantes y despreciables.
¿Por qué Dios eligió a estas personas?
Dios eligió a estas personas para avergonzar a los sabios, poderosos y nobles. Quería demostrar que su poder y gracia son suficientes para transformar incluso a los más débiles y desfavorecidos.
¿Qué logró Dios al elegir a estas personas?
Al elegir a estas personas, Dios anuló el orgullo y la pretensión de los poderosos y nobles. Demostró que su reino está abierto a todos, independientemente de su estatus o circunstancias terrenales.
¿Qué podemos aprender de esto?
Debemos reconocer que Dios no se impresiona con nuestras capacidades o logros mundanos. Busca corazones humildes y abiertos que estén dispuestos a confiar en su poder y gracia.
¿Cómo podemos aplicar esto a nuestras propias vidas?
Debemos dejar de confiar en nuestras propias fortalezas y buscar la guía y la sabiduría de Dios. Debemos recordar que incluso en nuestras debilidades, Dios puede usarnos para hacer grandes cosas para su gloria.