Despréndete del peso de la egolatría

El alma necesita algo más que a sí misma

El estado de tu alma depende de lo que ocupa tu mente. Si es tu propio yo, olvídate de la paz y la alegría. No hallarás esas cosas en un vacío de necesidades y anhelos pecaminosos. Y olvídate de amar a los demás. Un alma egocéntrica puede que desee que otros la vean como amorosa, pero termina encontrando en ellos obstáculos que bloquean su vacío de anhelos.

También olvídate de la alegría. El alma no encuentra satisfacción en sí misma. No está diseñada para eso. Está diseñada para hallar su máxima satisfacción en Alguien más (Salmo 107:9), y luego disfrutar de todo lo demás gracias a ese Alguien (1 Timoteo 6:17).

El yo nunca satisfará al alma

El alma está diseñada para adorar, pero no para adorarnos a nosotros mismos. El yo no es lo suficientemente glorioso como para cautivar al alma. Lo sabemos. Sin embargo, nuestro yo caído no quiere creerlo. Una y otra vez, nos vemos arrastrados al laberinto sin esperanza del engaño que es la adoración a uno mismo. Sabemos que no somos dignos de adoración, por muchos mantras de autoafirmación de la psicología pop que cantemos. Y aun así, intentamos una y otra vez satisfacer nuestras almas con los elogios y, si es posible, la adoración de los demás hacia nosotros. Nuestra naturaleza caída parece creer que si suficientes personas nos admiran, podríamos llegar a creer que somos admirables.

El camino hacia la alegría

La egolatría es desorientadora, porque cuando nos miramos a nosotros mismos, no miramos a Jesús (Hebreos 12:2) y no miramos el camino por el que corremos (Hebreos 12:1). Es decepcionante porque nunca encontramos en nosotros mismos lo que buscamos. Por lo tanto, a menudo conduce al desánimo y la desesperación. Irónicamente, a menudo somos atraídos a la introspección egocéntrica, lo que nos lleva a un círculo vicioso de esfuerzos de superación personal, autocomplacencia, desilusión, nuevas resoluciones para ser mejores, etc.

Es difícil dejarla de lado. Es una parte tan integral de nosotros que podemos desesperarnos de cambiar realmente. "Para el hombre esto es imposible, pero para Dios todo es posible" (Mateo 19:26). La Biblia nos dice cómo hacerlo:

  1. Niégate a ti mismo: Desvía tu mirada de ti mismo. Recuerda que la abnegación cristiana es hedonista porque te niegas a ti mismo lo que te roba la vida para poder ganar vida.

  2. Mira a Jesús: Mira a Jesús (Hebreos 12:2) y todo lo que Dios promete ser y hacer por ti a través de él. Sólo él satisfará tu alma (Salmo 63:1-3) y sólo él tiene las palabras de vida eterna (Juan 6:68).

  3. Sirve a los demás: Da un golpe a la egolatría centrándote en las necesidades y preocupaciones de los demás. Los mandatos de nuestro Señor de amarnos unos a otros (Juan 13:34) y servirnos unos a otros (Juan 13:14) tienen un doble beneficio para nosotros: nos dan la bendición de dar y nos liberan de la tiranía del ego.

Los hedonistas mundanos creen que el narcisismo es el camino hacia la alegría. Esa es una mentira horrible. Los hedonistas cristianos saben que el narcisismo es la muerte de la alegría, porque sólo Dios es nuestra "alegría suprema" (Salmo 43:4, Salmo 16:11).

Así que únete a mí hoy, por el bien de la alegría de Dios, de nuestra alegría y de la alegría de los demás, para dejar de lado el peso de la egolatría negándonos a la falta de vida, mirando a Jesús, que es nuestra vida (Juan 14:6), y dando vida a otros sirviéndoles.

¿Cuál es el principal mensaje del artículo?

Jon Bloom enfatiza que la autopreocupación es un obstáculo para experimentar la paz, la satisfacción y el gozo en la vida.

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¿Cómo afecta la autopreocupación a mi alma?

La autopreocupación desvía la atención de Dios y de los demás, lo que conduce a la insatisfacción, el desaliento y la desesperación.

¿Por qué es imposible liberarse de la autopreocupación por mí mismo?

La autopreocupación es un pecado profundamente arraigado que requiere la intervención de Dios para ser erradicado.

¿Cuáles son los pasos bíblicos para superar la autopreocupación?

  1. Negarse a uno mismo (Mateo 16:24-25)
  2. Mirar a Jesús (Hebreos 12:2)
  3. Servir a los demás (Juan 13:34, 14).

¿Cómo me beneficia servir a los demás?

Servir a los demás rompe el ciclo de la autopreocupación, proporcionando bendiciones tanto para el dador como para el receptor.

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