Descubriendo al Dios Infinito e Íntimo

Entendiendo la Naturaleza Dual de Dios

¿Dios está demasiado lejos para ser amado o demasiado cerca para ser temido? Esta es una tensión que enfrentamos al reflexionar sobre la naturaleza de Dios: su trascendencia e inmanencia.

Trascendencia: Elevado y Distinto

La trascendencia de Dios significa que Él está por encima de su creación, completamente separado y sin depender de ella. Posee todas las perfecciones, es eterno, sin principio ni fin, y no necesita nada. En pocas palabras, Dios es Dios, y nosotros no lo somos.

Inmanencia: Presente y Participativo

Sin embargo, Dios también es inmanente. Sostiene, se involucra y está presente dentro de su creación. Nos mantiene vivos, sustenta el mundo y se preocupa por él. A pesar de nuestra insignificancia y pecado, Él es amoroso, amable y bueno.

El Equilibrio Crucial

Es esencial mantener ambas perspectivas sobre Dios en tensión, ya que:

  • Él nos dice que es a la vez grande y cercano.
  • Anhelamos conocerlo en su totalidad.
  • La tensión profundiza y enriquece nuestra adoración.
  • Ilumina la asombrosa gracia del evangelio, donde el Dios trascendente se hace inmanente en Cristo y el Espíritu Santo.

Dios es verdaderamente único e incomprensible. Su trascendencia nos inspira asombro y reverencia, mientras que su inmanencia despierta nuestra gratitud y amor. Al abrazar ambas facetas de su naturaleza, podemos adorarle con mayor comprensión y apreciar la profundidad de su gracia salvadora.

Preguntas frecuentes sobre la adoración al Dios infinito e íntimo

¿Qué significa que Dios es transcendente?

Dios es transcendente significa que está completamente por encima, es distinto e independiente de su creación. Es infinito en todos los aspectos de su ser y nunca cambia. Solo él no tiene fuente, principio ni fin. Dios no necesita nada, no depende de nada y no debe nada. Es "santo, santo, santo", perfecto en todos los sentidos. En pocas palabras, Dios es Dios y nosotros no.

¿Qué significa que Dios es inmanente?

Dios es inmanente significa que sostiene, está involucrado y está presente dentro de su creación. Impide que nuestros cuerpos exploten, hace crecer la hierba que comen los animales y está personalmente involucrado en su mundo (Colosenses 1:17; Salmo 104:14, 24-30). A pesar de lo pequeños y pecaminosos que somos, es amoroso, amable, gentil, compasivo y bueno.

¿Por qué es importante mantener la tensión entre la trascendencia y la inmanencia de Dios?

Es importante mantener la tensión entre la trascendencia y la inmanencia de Dios porque:

  • Dios dice que es grande y cercano. La Biblia no revela un Dios que a veces es temible y, a veces, accesible, ni un Dios que a veces está infinitamente exaltado por encima de nosotros y, en otras, íntimamente involucrado en nuestros asuntos. Él es ambos simultáneamente.
  • Queremos conocer a Dios como es. A menudo evitamos las tensiones teológicas al intentar encajar a Dios en casillas humanas. Pero Dios no es de doble ánimo. Él es Dios. Es lo suficientemente santo como para consumir a los pecadores en ira y lo suficientemente tierno como para envolvernos en un deleite interminable y arrebatador (Salmo 21:8-9; 16:11).
  • La tensión profundiza y endulza la adoración. La trascendencia y la inmanencia de Dios son una puerta a una adoración más profunda y agradecida. Nuestras reuniones de iglesia y devociones personales pueden sufrir por no atesorar tanto la trascendencia como la inmanencia de Dios. Si Dios no es grandioso, no obligará nuestra reverencia, temor y obediencia. Si no pensamos en él como cercano, no evocará nuestra gratitud, alegría y asombro.
  • La tensión ilumina el evangelio. El evangelio se vuelve una noticia inefablemente buena cuando se ve a la luz de la trascendencia de Dios: su absoluta santidad, perfección, conocimiento ilimitado, ineludibilidad y compromiso eterno e inquebrantable con la justicia.
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