¿Cómo vivir la fe en un mundo sin fe?

Sufrimiento que transforma

El sufrimiento ha desempeñado un papel crucial en el crecimiento del cristianismo. Cuando los cristianos son perseguidos, encarcelados o incluso martirizados, su esperanza inquebrantable en la resurrección brilla con mayor intensidad. Prepararnos para el potencial del sufrimiento, respondiendo sin resentimiento y con alegría, es esencial para vivir la fe en un entorno postcristiano.

Reeducación contra las distorsiones culturales

La iglesia siempre ha tenido que capacitar a sus discípulos para que comprendan su fe en el contexto de su cultura. En un mundo cada vez más fragmentado, la iglesia debe abordar las distorsiones culturales y aplicar el evangelio a ellas. Esto implica abordar cuestiones de autonomía, identidad, sexualidad, raza y moralidad, ofreciendo respuestas claras basadas en las Escrituras.

Coraje humilde frente a las críticas

En una sociedad que puede percibir la ortodoxia cristiana como intolerante y deshumanizadora, los creyentes pueden sentirse tentados a retirarse o confrontar. Sin embargo, la opción fiel es el coraje humilde, que combina la humildad ejemplar con una valentía inquebrantable. Debemos resistir las falsas dicotomías culturales y seguir el ejemplo de Cristo, quien demostró humildad excepcional y un coraje asombroso en el camino hacia la cruz.

Arrepentimiento continuo

Es fácil reconocer la necesidad del arrepentimiento en el pasado, pero más difícil detectarla en nuestro propio tiempo. ¿En qué hemos sido cómplices de legitimar la codicia, el poder, el individualismo, la cultura del entretenimiento o la revolución sexual? Una iglesia arrepentida es una iglesia fiel, que tiene más posibilidades de ser escuchada cuando llama al mundo a arrepentirse.

Oración persistente

La necesidad de oración es innegable, pero a menudo difícil de cumplir. Tendemos a centrarnos en nuestras propias acciones más que en pedirle a Dios que haga lo que solo él puede hacer. Sin embargo, solo una poderosa obra del Espíritu Santo puede traer la renovación y el avivamiento que necesitamos. La iglesia debe clamar a Dios para que realice algo sin precedentes: llevar una sociedad postcristiana al arrepentimiento y la fe a gran escala.

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