Cómo superar los celos
La Biblia es un libro sobre relaciones, las que tenemos con Dios y las que tenemos entre nosotros. Jesús resumió toda la Escritura con este mandamiento sobre las relaciones: "Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:30-31).
Como cualquier meta que valga la pena alcanzar, este estándar de vida establece un listón alto. Sin embargo, en su sabiduría, el Señor nos ha revelado una respuesta al problema de los celos: cuando vivimos con nuestros ojos fijos en amarlo a Él y en amarnos unos a otros, los celos no tienen espacio para crecer.
¿Qué son los celos?
Todo el mundo siente celos o envidia de alguien en algún momento, ya sea por el aspecto, las posesiones, el estatus o la ventaja de esa persona. Los celos y la envidia son dos caras de la misma moneda.
Los celos se basan en el miedo, mientras que la envidia se basa más en el resentimiento. A los efectos de este artículo, ambos términos se utilizarán indistintamente.
Cuando sentimos celos, percibimos que alguien tiene algo deseable que nosotros no. Muchas veces, los celos se basan en nuestras propias percepciones erróneas. Por ejemplo, piensa en una ocasión en la que hayas sentido que los celos se apoderaban de ti mientras navegabas por tus redes sociales.
Siendo realistas, sabes que las imágenes que ves en Internet a menudo pretenden mostrar eventos seleccionados o incluso escenificados. Pero eso puede no haberte impedido sentirte abrumado por los celos, que en realidad se basan en un miedo resentido.
Más concretamente, temes que debido a lo que tiene otra persona, tú no estás a la altura de alguna manera, o que corres el riesgo de perder una relación o posición importante en tu vida.
Visto desde esta perspectiva, resulta más fácil ver que los celos tienen que ver con la percepción, y la percepción es algo que puedes cambiar con un poco de esfuerzo y atención.
5 maneras de superar los celos
- Confía en el plan de Dios para ti. Cuando estás celoso de alguien, sientes que las "victorias" de esa persona en la vida ponen de relieve tus percibidas "pérdidas". Podrías quejarte de que el cónyuge de un amigo es más considerado que el tuyo, que los hijos de un amigo tienen más éxito o que la carrera de un vecino es más impresionante.
Al alimentar estos pensamientos celosos, estás apartando la mirada del Dios de la esperanza. Dios promete que tiene un plan para ti, un plan para prosperarte y darte un futuro (Jeremías 29:11).
El Señor también tiene su propio plan para tu amigo, tu vecino y cualquiera que esté ocupando tu mente en este momento.
Sin embargo, es tu trabajo mantenerte enfocado en lo que crees que Dios te está guiando en la vida. Puedes hacer esto reconociendo los pensamientos celosos antes de que empiecen a robarte energía y a desanimarte. En su lugar, haz un esfuerzo consciente por confiar en tu Dios eterno por encima de tus emociones temporales.
- Ora y estudia las Escrituras para obtener guía. Dios quiere consolarte en tus preocupaciones y guiarte a través de tus luchas diarias. Como cualquier padre cariñoso, Dios quiere ser la voz que te dice qué camino tomar cuando estás en una encrucijada (Isaías 30:21). Además, como cualquier padre cariñoso, no puede ayudarte si no le cuentas tus problemas primero.
Habla con Dios en oración y deposita tus preocupaciones a sus pies. Busca el camino para ser tu mejor yo meditando en la Biblia, que es el mejor manual de vida que tenemos. Recuerda que Dios promete sacar bien de cada situación para aquellos que ponen su confianza en Él (Romanos 8:28).
- Cuenta tus bendiciones. Es normal sentir cierta envidia por los demás. Sin embargo, cuando te sumerges en el resentimiento por las bendiciones de otra persona, puedes estar quitando importancia a las tuyas propias sin darte cuenta.
Sabiamente, la Biblia nos advierte que si la envidia no se controla, puede hacer que siembres semillas de descontento para ti mismo, ya que "la envidia pudre los huesos" (Proverbios 14:30).
En lugar de minimizar el valor de las muchas bendiciones que Dios ya te ha concedido, tómate un momento para contarlas. Desde tu salud hasta tu trabajo, tus seres queridos hasta el techo sobre tu cabeza, siéntate y considera realmente las formas en que eres más afortunado que otros. No lo hagas de una manera autosatisfactoria, sino de una manera que alabe a Dios por su bondad.
- Desea lo mejor a los demás, especialmente a las personas de las que tienes celos. Todos estamos hechos a imagen de Dios (Génesis 1:27). Somos hechos buenos porque estamos hechos a su imagen, pero somos defectuosos debido a nuestro libre albedrío para hacer elecciones humanas.
Cuando te enfrentas a alguien que tiene algo que quieres, te enfrentas a una elección: resentir a la persona o desearle lo mejor. Si no puedes desear lo mejor a la otra persona por su propio bien, entonces deséale lo mejor por el tuyo propio.
En particular, la boca habla de lo que está lleno el corazón (Lucas 6:45). Si permites que los celos llenen tu corazón, tus palabras y acciones pronto reflejarán el bajo estado de tu corazón.
Te encontrarás haciendo comentarios condescendientes y haciendo cosas para derribar a los demás como medio de apoyarte a ti mismo. Ésa no es una forma de vivir y, lo que es más importante, no es una forma de dar testimonio de tu fe cristiana.
En lugar de rebajarte cuando tus sentimientos de celos se avivan, simplemente di "bien por ellos", incluso si tienes que hacerlo con los dientes apretados. Luego, sigue adelante y redirige tus pensamientos celosos hacia cosas más positivas. Cuanto más practiques desear lo mejor a los demás, más fácil te resultará hacerlo y más rápido podrás volver a vivir tu mejor vida.
- Acaba con tus celos mejorando tu vida. Los sentimientos de envidia hacia los demás a menudo pueden servir como indicadores de dónde necesitamos mejorar en nuestra propia vida. Estudia qué desencadena tus celos y pregúntate qué cambios positivos puedes hacer para abordar la causa raíz de esos celos.
Por ejemplo, si tienes envidia del aspecto de alguien, considera qué cambios saludables puedes hacer en tu apariencia física para sentirte mejor contigo mismo. Utilizar los celos como un aviso para comer mejor y hacer más ejercicio convierte lo negativo de la envidia en lo positivo de una salud mejorada.
Del mismo modo, puedes resentir el círculo de amigos de alguien o su exitosa carrera. Reconoce este resentimiento y luego úsalo como plataforma de lanzamiento para invertir más en tu vida social o tomar medidas para buscar un mayor éxito profesional.
Qué significa esto
Cuando se trata de los celos, no puedes evitar que el monstruo de ojos verdes oscurezca tu puerta de vez en cuando. Sin embargo, lo que puedes hacer es elaborar un plan de acción para evitar que los pensamientos celosos dañinos se instalen en tu mente.
Cuanto más estudies las Escrituras con un corazón humilde, más te darás cuenta de que las Escrituras nos dan una hoja de ruta sobre cómo puedes conducirte mejor ante tu Creador y tu prójimo por igual. Las Escrituras declaran audazmente que no estamos hechos con un espíritu de miedo y timidez, sino de poder, amor y autodisciplina (2 Timoteo 1:7).
Armado con ese poder, amor y autodisciplina, toma la decisión de que vas a superar los celos. Puedes hacerlo confiando en el plan del Señor para ti, alabando a Dios por tus muchas bendiciones y deseando lo mejor a quienes te rodean mientras te concentras en ser la versión de ti mismo para la que el buen Señor ya te ha equipado.
Preguntas frecuentes
¿Qué es la envidia?
La envidia es un sentimiento de resentimiento o temor basado en la creencia de que alguien tiene algo deseable que nosotros no.
¿Cómo puedo superar la envidia?
- Confía en el plan de Dios para ti.
- Ora y estudia la Escritura para obtener orientación.
- Cuenta tus bendiciones.
- Desea el bien a los demás, especialmente a las personas que te dan envidia.
- Mejora tu vida abordando las áreas que te hacen sentir envidia.
¿Qué dice la Biblia sobre la envidia?
La Biblia advierte que la envidia es un pecado mortal que puede causar descontento y dañar nuestras relaciones. En cambio, nos insta a amar a Dios y a nuestros vecinos, y a desear el bien a los demás.