¿Cómo saber si la promesa de Romanos 8:28 es para mí?

El amor a Dios es esencial

Romanos 8:28 establece que "Dios hace que todas las cosas ayuden a bien a los que le aman, a los que conforme a su propósito son llamados". Aquí, Pablo deja claro que la promesa no es para todos, sino solo para aquellos que aman a Dios.

El amor a Dios no es un compromiso intermitente o un sentimiento pasajero. Es un estado constante del corazón, una estima y un afecto profundos por Dios, que se manifiesta en todas las facetas de nuestras vidas. No se trata de satisfacer sus necesidades o simplemente apreciar sus dones, sino de valorar a Dios mismo por encima de todo.

El amor a Dios va más allá de los dones

El amor genuino a Dios no se basa en los beneficios o bendiciones que recibamos. Los regalos de Dios son preciosos, pero no son la esencia de nuestro amor por él. En cambio, amamos a Dios por lo que es: un ser perfecto, digno de nuestra adoración y gratitud.

El amor a Dios produce obras

El amor a Dios no es solo un sentimiento interno; también se expresa a través de nuestras acciones. Cuando amamos a Dios, obedecemos sus mandamientos, servimos a su pueblo y buscamos su gloria en todo lo que hacemos. Sin embargo, es importante recordar que las obras son el fruto del amor, no su esencia.

¿Cómo cultivar el amor a Dios?

Si te preguntas si amas a Dios, considera estos puntos: ¿Deseas conocerlo más profundamente? ¿Encuentras alegría y satisfacción en su presencia? ¿Valoras su carácter y bondad por encima de todo lo demás? Si es así, es probable que estés experimentando el amor genuino a Dios.

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Recuerda, el amor a Dios no siempre es fácil, pero es esencial para recibir la plenitud de las bendiciones de Dios. Si te sientes atrapado en la paradoja de amar a Dios para recibir sus promesas y necesitar sus promesas para amarlo, mira directamente a Dios y contempla su gloria. Al hacerlo, tu corazón se llenará de amor y gratitud, allanando el camino para que todas las cosas trabajen juntas para tu bien.

¿Cómo sé si la promesa de Romanos 8:28 es para mí?

¿Por qué no les funciona esta promesa a todos?

La promesa de que Dios hace que todas las cosas redunden en bien no se aplica a todos. Para reclamar esta promesa, se deben cumplir dos requisitos: amar a Dios y ser llamado según su propósito.

¿Qué significa amar a Dios?

Amar a Dios no es satisfacer sus necesidades, amar sus dones o realizar acciones por él. Estima a Dios sobre todas las cosas, atesorándolo y deleitándose en Él más allá de sus bendiciones. Es una respuesta de corazón a la revelación de la gloria de Dios en Cristo.

¿Cómo puedo escapar de la trampa de la promesa de Romanos 8:28?

No puedes afirmar que la promesa es válida para ti para poder amar a Dios, ya que la promesa solo se aplica a quienes aman a Dios. En cambio, mira a Dios mismo, especialmente en Cristo y su obra en la cruz. Cuando aprecias su gloria y valor, entonces la promesa es tuya porque lo amas.

¿Qué pasa si no tengo ganas de buscar a Dios?

Si tienes algún vestigio de temor o deseo de desear, úsalo para orar la promesa de Deuteronomio 30:6: Pídele a Dios que circuncide tu corazón para que ames a Él con todo tu corazón y alma, y así puedas vivir y todas las cosas redundarán en tu bien.

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