Cómo alcanzar la humildad
La humildad no es una virtud que se pueda lograr por mérito propio
En nuestra cultura individualista, tendemos a creer que podemos conseguir todo lo que nos propongamos, incluida la humildad. Pero cuando acudimos a las Escrituras, descubrimos que la verdadera humildad no es un mero autocontrol, sino una respuesta a la iniciativa y la ayuda divinas.
Dios se opone a los orgullosos y exalta a los humildes
Los apóstoles Santiago y Pedro nos instan a humillarnos, prometiendo que Dios nos exaltará:
- Santiago 4:10: "Humíllense ante el Señor, y él los exaltará".
- 1 Pedro 5:6: "Humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte en el momento oportuno".
Tanto Santiago como Pedro basan sus enseñanzas en Proverbios 3:34: "Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes".
La humildad surge en respuesta a las pruebas
Las Escrituras nos revelan que la humildad no es algo que se inicia desde dentro, sino que se recibe en respuesta a las pruebas. En medio de los conflictos y las dificultades, se pone a prueba nuestro orgullo y se nos invita a humillarnos.
Por ejemplo:
- Santiago nos exhorta a humillarnos cuando nos vemos inmersos en disputas y conflictos (Santiago 4:1-2).
- Pedro nos anima a humillarnos cuando enfrentamos la oposición y el sufrimiento (1 Pedro 5:5-6).
La humildad es una respuesta a Dios
La humildad, al igual que la fe, es una manifestación de nuestra respuesta a Dios y a su gloria. No es una iniciativa humana, sino un reconocimiento de nuestra dependencia de su gracia.
En lugar de tratar de humillarnos por nuestros propios medios, debemos recibir con alegría la persona, las palabras y las obras de Dios, incluso cuando nos resulten incómodas o dolorosas.
Cuando Dios humilla a su pueblo
Dios puede utilizar pruebas y circunstancias para humillar a su pueblo. Cuando esto sucede, tenemos la opción de resistirnos o recibirlo con humildad. Si no nos humillamos, Dios puede continuar humillándonos hasta que reconozcamos nuestro orgullo y nos arrepintamos.
Por ejemplo, el rey Ezequías se enorgulleció después de ser sanado por Dios, y Dios lo humilló trayendo ira sobre él y su pueblo (2 Crónicas 32:25-26).
Cultivar la humildad
Si bien la humildad es principalmente una respuesta a Dios, hay ciertas prácticas que pueden ayudarnos a cultivarla:
- Someternos a la autoridad de la Palabra de Dios
- Obedecer sus mandamientos
- Acercarnos a él en oración
- Ayunar
Estas prácticas nos ayudan a reconocer nuestra dependencia de Dios y a responder con humildad a sus propósitos en nuestras vidas.
Preguntas frecuentes sobre la humildad
¿Es la humildad algo que podemos lograr por nuestra cuenta?
No, la humildad es una respuesta a la iniciativa y ayuda divina, no algo que podamos autogenerar.
¿Cómo nos llama la Biblia a humillarnos?
La Biblia nos exhorta a "humillarnos ante el Señor" y "bajo la poderosa mano de Dios".
¿Qué papel desempeñamos en la humildad?
Aunque la humildad es un efecto del obrar de Dios, también es un mandato que implica responder a las pruebas con humildad.
¿Qué nos sucede cuando nos humillamos?
Dios promete exaltarnos cuando nos humillamos ante él.
¿Cómo se manifiesta la humildad?
La humildad se manifiesta cuando respondemos a las pruebas sometiéndonos a Dios, resistiendo al diablo y acercándonos a Dios.
¿Qué sucede cuando no nos humillamos?
Si no nos humillamos, Dios puede permitir más pruebas para que nos humillemos.
¿Cuál es el papel de las prácticas personales en la humildad?
Aunque no podemos generar humildad por nuestra cuenta, podemos cultivar una postura humilde a través de prácticas como leer la Biblia, obedecer sus palabras, orar y ayunar.