¿Ansiedad: pecado, trastorno o ambos?

El pecado de la ansiedad

Según la Biblia, la ansiedad es un pecado. Jesús y Pablo condenan explícitamente la preocupación excesiva. Jesús ordena: "No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis; ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis" (Mateo 6:25). Luego expone ocho razones por las que no debemos angustiarnos.

La confianza en Dios

La ansiedad es un problema de confianza. Dios desea que confiemos en su cuidado soberano, sabio, benévolo, protector y siempre presente. Este vínculo debe ser tan profundo que ni siquiera la muerte pueda amenazarlo o arrebatarnos la alegría.

El secreto de la paz

El antídoto de la ansiedad es la paz y la satisfacción basadas en la confianza en las promesas de Dios. Pablo reveló su secreto: "He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación" (Filipenses 4:11). La ansiedad surge cuando dudamos de la provisión o el cuidado de Dios.

La interdependencia mente-cuerpo

Si bien la ansiedad es un pecado, también puede manifestarse como un trastorno psicofísico. El cerebro físico y el alma espiritual están interconectados. Por lo tanto, existen estrategias tanto físicas como espirituales para abordar las condiciones del alma.

Ayudas físicas y espirituales

En casos extremos, pueden ser necesarios esfuerzos físicos como la medicación para alcanzar un equilibrio que permita que las estrategias naturales tengan el máximo efecto. Sin embargo, la medicación no exime de la responsabilidad de buscar estrategias espirituales como la oración, la gratitud y la confianza en las promesas de Dios.

¿Es la ansiedad un pecado o un trastorno?

El autor afirma que sí, que la ansiedad es un pecado porque Pablo y Jesús ordenan explícitamente que no nos preocupemos (Mateo 6:25, 6:34, 10:19; Filipenses 4:6). La ansiedad es un problema de confianza en Dios y su cuidado soberano, omnisapiente, bondadoso, providencial, protector y asistente.

¿Significa esto que la ansiedad nunca es un problema médico?

No. Aunque la ansiedad es un pecado, el autor reconoce que existen condiciones psicofísicas que pueden provocar ansiedad extrema y ataques de pánico. En estos casos inusuales, los creyentes pueden necesitar el consejo de personas que comprendan sus condiciones físicas y psicológicas.

¿Cómo se relaciona la salud física con la salud espiritual?

El autor enfatiza que el cerebro físico y el alma espiritual son interdependientes. Esto significa que hay estrategias tanto físicas como espirituales para abordar las condiciones del alma. La dieta, el sueño, el ejercicio, el entorno y las condiciones externas pueden afectar el bienestar psicológico y espiritual.

¿Puede la medicación ayudar con la ansiedad?

En casos extremos, la medicación puede ayudar a equilibrar la química del cerebro y permitir que las estrategias naturales tengan un efecto más beneficioso. El autor sugiere que la medicación puede ser un medio para santificar las estrategias naturales dadas por Dios.

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