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Amistad con el Mundo: El Peligro Escondido

La Causa de los Conflictos Internos

El apóstol Santiago nos plantea una pregunta inquietante: ¿De dónde proceden las guerras y peleas que surgen entre nosotros? La respuesta que nos da es reveladora: provienen de nuestros propios deseos pecaminosos que luchan dentro de nosotros. Cuando anhelamos algo que no tenemos, y no lo podemos obtener, recurrimos a la violencia y la contienda.

La Amistad con el Mundo como Enemigo de Dios

Santiago advierte que la amistad con el mundo es hostilidad hacia Dios. Este mundo, con sus valores y tentaciones, nos aparta de la armonía con Dios. Quienes buscan la amistad con el mundo se convierten en enemigos de Dios, porque priorizan los placeres mundanos sobre la obediencia a su voluntad.

El Espíritu de Dios Anhela y Concede Gracia

El Espíritu Santo que habita en nosotros anhela celosamente nuestra lealtad. Él concede gracia y ayuda a quienes se humillan, pero se opone a los orgullosos. Para acercarnos a Dios, debemos someternos a su autoridad, resistir las tentaciones del diablo y purificar nuestros corazones y manos.

La Humildad y el Levantamiento

La humildad es esencial para una relación cercana con Dios. Cuando reconocemos nuestra propia debilidad y dependencia de él, nos exalta. Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. El lamento, el llanto y la tristeza nos guían hacia la humildad, mientras que el orgullo nos aleja de Dios.

Preguntas Frecuentes sobre Santiago 4: Amistad con el Mundo

¿De dónde proceden las guerras y los conflictos internos?

R: De los deseos pecaminosos que luchan dentro de nuestros cuerpos. (v. 1)

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¿Por qué no recibimos lo que pedimos?

R: Porque pedimos mal, con el fin de gastarlo en nuestros placeres. (v. 3)

¿Qué dice la Escritura sobre la amistad con el mundo?

R: Que es enemistad con Dios. (v. 4)

¿Cómo podemos resistir las tentaciones?

R: Sometiéndonos a Dios, resistiendo al diablo, acercándonos a Dios y purificando nuestras vidas. (v. 7-9)

¿Debemos hablar mal de los demás?

R: No, porque juzgar a otro significa juzgar la ley de Dios. (v. 11)

¿Debemos confiar en nuestros propios planes para el futuro?

R: No, porque Dios tiene el control y nuestros planes pueden cambiar en un instante. (v. 13-16)

¿Qué es pecado?

R: Saber lo que es bueno y no hacerlo. (v. 17)

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