El robo no es la solución, el trabajo y la donación son la clave
No más robos, optar por el trabajo honrado
El apóstol Pablo exhorta a los creyentes a abandonar el hurto y abrazar el trabajo honrado (Efesios 4:28). El robo es un síntoma de la naturaleza corrupta humana, nacida de deseos engañosos que conducen a la codicia.
Sin embargo, el robo no es el único camino. Pablo ofrece una alternativa: el trabajo. Al trabajar, no solo obtenemos lo que necesitamos, sino que también honramos la orden de Dios y hacemos algo bueno.
El trabajo con un propósito superior
Pero el trabajo, en sí mismo, no es suficiente. El objetivo final debe ser la donación a los necesitados. Al trabajar con el propósito de dar, transformamos nuestro empleo secular en una obra de gracia.
La fe nos capacita para estar satisfechos con lo que tenemos y, al mismo tiempo, estar insatisfechos con las carencias de otros. El flujo de gracia de Dios llena nuestros corazones, impulsándonos a compartir con quienes no tienen.
Vivir para dar, reflejando la gracia de Dios
La donación no solo ayuda a los demás, sino que también refleja la gracia de Dios en nuestras vidas. Al dar, mostramos que somos creados a imagen de Dios, un Dios de amor y generosidad.
Por lo tanto, abandonemos el robo y el trabajo egoísta. Abraza el trabajo con el propósito de dar y haz de tu vida un testimonio del poder transformador de la gracia. No vivas para obtener, vive para dar y ser un canal de bendición para los demás.
Preguntas frecuentes
¿Qué dice la Biblia sobre el robo?
"No robarás" (Éxodo 20:15).
¿Cómo se vence el impulso de robar?
Mediante la fe en las promesas de Dios y la renovación de la mente (Efesios 4:22-24).
¿Cuál es el propósito de Dios para los creyentes en su trabajo?
Trabajar para hacer el bien y tener para dar a los necesitados (Efesios 4:28).
¿Cómo se muestra la gracia de Dios en nuestra vida laboral?
Cuando trabajamos no solo para tener, sino para dar a quienes están en necesidad.
¿Cómo se vive una vida de entrega?
Poniéndose la naturaleza nueva, creada a imagen de Dios (Efesios 4:24), y haciendo de toda nuestra vida una muestra del poder de la gracia.