¿Nuestros pecados son demasiado pequeños o demasiado grandes para Dios?
Nuestros pecados, son muchos
A menudo, los cristianos sienten que están en un punto intermedio entre creer que su pecado es insignificante o que es demasiado grave para que Dios lo perdone. Sin embargo, por más que oscilemos entre estos extremos, la adoración cristiana nos lleva a una intensa tensión entre ambos.
En el libro de Zacarías, Dios le da a su profeta dos visiones complementarias. Estas extrañas visiones: un pergamino volador gigante y una mujer en una canasta, revelan los planes de Dios para purificar la tierra y así poder reconstruir su templo. Estas dos visiones nos ayudan a navegar la tensión entre pensar que nuestro pecado es demasiado insignificante para la atención de Dios o demasiado grande para su purificación.
Su misericordia es mayor
En la segunda visión, vemos cómo Dios limpiará el lugar donde se construye su casa. Si la visión anterior revelaba la enormidad del juicio de Dios, esta muestra la pequeñez de la maldad en comparación con el poder de Dios. El ángel le muestra a Zacarías una canasta, de aproximadamente tres a cinco galones de capacidad, con una pequeña mujer llamada Maldad dentro (Zacarías 5:6-8). El ángel puede arrojar a la Maldad como si fuera un gato doméstico, manteniéndola en la canasta con un peso de plomo. Luego, la canasta es trasladada desde el sitio de construcción del templo de Dios y colocada en una casa de contención en la lejana Babilonia.
Dios limpia nuestro pecado quitándolo de nosotros, "tan lejos como el oriente del occidente" (Salmo 103:12). Zacarías nos recuerda que la purificación de Dios no es una batalla campal para él, sino algo que puede hacer en un solo día (Zacarías 3:9). El pecado puede abrumarnos, pero es como un frisbee en la mano del Señor, arrojado al otro lado del mar en un solo movimiento.
Construyendo el templo sagrado de Dios
Dios le dio a Zacarías estas visiones para animar a Israel y a su sumo sacerdote, Josué, a reconstruir su templo. Pero como no estaban completamente limpios, el trabajo de sus manos inevitablemente se vería empañado (Hageo 2:14). Trágicamente, la impureza de Josué, y la de todo el pueblo, era más contagiosa que la santidad. Sin embargo, cientos de años después, alguien más grande que Josué vendría y comenzaría un nuevo tipo de proyecto de construcción del templo. Solo que esta vez, su limpieza era aún más contagiosa:
"Y vino a [Jesús] un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. Entonces Jesús, teniendo misericordia, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero; sé limpio. Y así que, luego que él hubo hablado, la lepra se fue de él, y quedó limpio" (Marcos 1:40-42).
Este Josué más grande, Jesucristo, ha consumido completamente nuestro pecado y lo ha quitado de nosotros, nos ha hecho limpios y aceptables ante sus ojos. Y cada vez que nos reunimos como templo de Dios (1 Pedro 2:5), podemos participar en un proyecto de reconstrucción aún mayor que los exiliados de Babilonia.
Preguntas Frecuentes sobre "Nuestros Pecados Son Muchos, Su Misericordia Es Mayor"
¿Qué enseña este pasaje sobre el pecado?
Enseña que nuestros pecados son muchos y graves, incluso aquellos que pueden parecer menores. El juicio de Dios es severo y consume el pecado entero, tanto la madera como la piedra.
¿Cómo nos ayuda este pasaje a abordar el sentimiento de que nuestros pecados son demasiado pequeños o demasiado grandes?
Nos recuerda que no importa cuán pequeños o grandes nos parezcan nuestros pecados, el juicio de Dios es justo y severo. Sin embargo, también nos asegura que la misericordia de Dios es mayor que nuestros pecados. Él puede limpiarlos y perdonarnos completamente.
¿Cómo podemos experimentar la limpieza y el perdón de Dios?
Al creer en Jesucristo, quien consumió nuestros pecados en la cruz y los quitó de nosotros. Su muerte y resurrección nos hacen limpios y aceptables ante Dios.
¿Qué papel juega la adoración en nuestra comprensión del pecado y la misericordia de Dios?
La adoración nos ayuda a ser conscientes de nuestros pecados y de la severidad del juicio de Dios. También nos recuerda la misericordia y el perdón de Dios, y nos invita a participar en la construcción del templo espiritual de Dios.
¿Cómo nos ayuda este pasaje a lidiar con la lucha entre creer que nuestros pecados son demasiado pequeños o demasiado grandes?
Nos enseña que debemos confiar en la justicia y la misericordia de Dios. No debemos minimizar nuestros pecados ni desesperar de su perdón. En cambio, debemos acudir a Dios en arrepentimiento y confiar en que él nos limpiará y perdonará.