¿Purificación o Destrucción? Entiende el Papel de Dios como Fuego Refinador
¿Quién es el Fuego Refinador?
Las Escrituras revelan que el Señor Jesucristo es el fuego refinador. Como el mensajero del pacto, viene a su templo y purifica a los suyos, separando las impurezas como un refiner separa el oro de las escorias.
¿Por qué Necesitamos Purificación?
Como seres humanos pecaminosos, estamos manchados por la impureza de la rebelión y la incredulidad. Dios, en su santidad, no tolerará la impureza en su presencia. Por lo tanto, se convierte en un fuego refinador para eliminar nuestras impurezas y prepararnos para la gloria celestial.
¿Cómo Experimentamos su Fuego como Refinación?
La purificación viene a través de la fe en la misericordia purificadora de Dios. Debemos confiar en su amor inmutable y creer que sus caminos conducen a la alegría eterna. Dudar de su bondad y tratar de escapar del "fuego de la misericordia" nos lleva al "fuego del juicio".
¿Cómo es la Vida en el Fuego Refinador?
La vida en el fuego refinador es una vida de confianza en el amor purificador de Dios. Implica pruebas y aflicciones, pero también autodisciplina intencional. Estas pruebas y negaciones nos ayudan a crecer en pureza y santidad, preparándonos para la visión de Dios.
Recuerda, el fuego refinador de Dios es un proceso de purificación, no de destrucción. Confía en su inmutable amor y abraza el proceso de refinamiento para experimentar la plena liberación de su gracia transformadora.
¿Quién es como fuego refinador?
Según el versículo 3, hay tres individuos: Jehová, el mensajero que prepara el camino (Juan el Bautista) y el Señor que viene a su templo (Jesucristo).
¿Por qué debe ser como fuego refinador?
Porque necesitamos ser refinados de la impureza del pecado y la rebelión para entrar en el cielo.
¿Cómo podemos experimentar su fuego como refinador y no consumidor?
Confiando en la misericordia purificadora de Dios y creyendo que sus caminos conducen a la alegría eterna.
¿Cómo es la vida en el fuego del refinador?
Es una vida de confianza en el amor purificador e inmutable de Dios, pasando por pruebas y privaciones para alcanzar la pureza necesaria para ver a Dios.