¿Cómo vivir como hijos e hijas del Rey?
Las promesas del Evangelio
El mundo nos enseña a ganarnos el respeto y el afecto de los demás. Pero cuando se trata de nuestra relación con Dios, esta mentalidad nos paraliza. No podemos recibir su gracia sin sentir la necesidad de merecérnosla.
Sin embargo, el Evangelio nos ofrece tres promesas extraordinarias para quienes son hijos e hijas de Dios:
- Seguridad eterna: Al morir en la cruz, Cristo nos libró de la ira de Dios. Nuestra salvación está garantizada en Él.
- Intimidad profunda: Dios nos conoce íntimamente y nos ama incondicionalmente. Podemos tener una relación personal con Él como nuestro Padre celestial.
- Riqueza inimaginable: Como herederos de Dios, tenemos acceso a todo lo que Él posee, incluida la vida eterna.
El peligro de la autojustificación
Cuando tratamos de ganarnos el favor de Dios, nos convertimos en esclavos en lugar de hijos. Pensamos que podemos impresionarlo con nuestros esfuerzos, pero esto solo nos aleja de su verdadera gracia.
La salvación de Dios no depende de nuestra bondad. Somos justificados únicamente por la fe en Cristo. Él ya ha pagado el precio de nuestros pecados y nos ha adoptado como sus hijos.
La confianza de un hijo
Como hijos de Dios, podemos tener plena confianza en su cuidado y protección. Él nos ama incondicionalmente y nunca nos abandonará.
Gracias al Espíritu Santo, podemos clamar a Dios como "Abba, Padre". Este grito de un niño revela nuestra intimidad con Él. Sabemos que Él nos escucha y que nos dará lo que necesitamos.
La riqueza verdadera
La verdadera riqueza no se encuentra en las posesiones materiales, sino en nuestra relación con Dios. Él nos ha dado acceso a todo lo que tiene, incluida la vida eterna.
Un día, heredaremos todas las cosas. Pero lo más valioso que podemos poseer es Dios mismo. En Cristo, Él es nuestro y nosotros somos suyos.
No hay nada más importante que nuestra relación con Dios. Si hemos comprometido el Evangelio, es hora de volver a él. No podemos ganar la salvación ni encontrar satisfacción en este mundo. Solo en Dios podemos encontrar la seguridad, la intimidad y la riqueza verdadera que anhelamos.
Preguntas Frecuentes
¿Qué significa ser un hijo de Dios?
Ser un hijo de Dios implica recibir la gracia salvadora y la adopción como herederos de las promesas de Dios. Gozamos de seguridad eterna, intimidad profunda con el Padre y una herencia incomparable en Cristo.
¿Cómo puedo ser salvo y experimentar la seguridad eterna?
La salvación se recibe únicamente por fe en la obra expiatoria de Jesucristo. Al creer en él, somos justificados ante Dios y recibimos seguridad eterna basada en los méritos de Cristo.
¿De qué manera puedo experimentar la intimidad con Dios?
La intimidad con Dios se establece a través de la obra del Espíritu Santo, quien mora en los corazones de los creyentes. El Espíritu nos permite clamar a Dios como "Abba, Padre" y experimentar su amor incondicional y su constante presencia.
¿Qué implica la herencia de los hijos de Dios?
Como hijos de Dios, heredamos todas las cosas (1 Corintios 3:21-23). Esto incluye no solo las posesiones materiales, sino también la presencia misma de Dios y la plenitud de su reino.
¿Cuál es el mayor tesoro de la herencia de los hijos de Dios?
Si bien todas las cosas son valiosas, el mayor tesoro de la herencia de los hijos de Dios es el propio Dios. Él es la fuente de toda alegría, satisfacción y realización. En Cristo, somos suyos y él es nuestro.