¿Por qué nos reímos? La risa como sonido de la alegría
La risa, una experiencia contagiosa
Observar a alguien reír es una experiencia fascinante. Parece como si la risa se apoderara de ellos, haciéndoles perder el control. A veces, incluso tienen que luchar contra ella. Es algo que se ve a menudo en los templos, lo que lleva a preguntarse sobre su origen y significado. ¿Qué es la risa y de dónde viene? ¿Qué libera dentro de nosotros que nos hace sentir la necesidad de reír hasta que no podamos más? Es como llorar, pero más fácil de expresar.
La risa en la Biblia: un enigma
Jesús, un personaje ficticio de la novela "Gilead" de Marilynne Robinson, era un ministro congregacionalista en Gilead, Iowa. En la obra, se relata que Ames se preguntaba por la naturaleza de la risa, considerándola un don.
Si bien no hay registros específicos de Jesús riendo en las Escrituras, sí sabemos que fue "varón de dolores, experimentado en quebranto" (Isaías 53:3). Pero también se menciona que fue ungido con "óleo de alegría" más que sus compañeros (Hebreos 1:9). Es lógico suponer que la persona más feliz del universo, que tomó sobre sí nuestra carne y nuestras penas, a pesar de estar libre de pecado, experimentó a menudo la risa.
Jesús, el portador de la alegría
Jesús era la personificación del amor. Estaba lleno del Espíritu de Dios, que produce el fruto de la alegría (Gálatas 5:22). Es fácil imaginar que él y sus discípulos se carcajearon en momentos de alegría compartida.
El texto bíblico que apoya esto es Juan 15:12-15, donde Jesús enfatiza que es amigo de quienes verdaderamente lo siguen. Compartiría su alegría, que él poseía en primer lugar, con ellos (Juan 17:13). Esta alegría se refiere a la paz que tenemos con Dios a través de Cristo.
Sin embargo, también implica las manifestaciones prácticas de un vínculo como este. ¿Puede existir una verdadera amistad sin compartir risas y disfrutar de la compañía mutua? Si todas las cosas fueron creadas por y para Cristo, eso debe incluir las alegrías de las relaciones, las amistades y la felicidad compartida a través de la risa.
La risa como un asunto serio
Es importante considerar cómo se expresaba la alegría de Jesús mientras estuvo entre nosotros. Quizás los escritores de los evangelios consideraron tan evidente su risa que no era necesario mencionarla. O tal vez estaban tan concentrados en el Calvario que no se atrevieron a trivializar los relatos del evangelio.
Sin embargo, Juan deja claro que no registraron todo lo que Jesús dijo e hizo: "Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro" (Juan 20:30).
Un teólogo escocés, Donald Macleod, aporta claridad sobre la risa y la alegría de Cristo:
"Se ha hecho mucho hincapié en el hecho de que nunca se dice que Jesús haya sonreído o reído. Vinculado a la descripción del Siervo como 'varón de dolores, experimentado en quebranto', ha proporcionado una base para la idea de que la vida de Jesús fue incesantemente triste y estresante. Pero ésta es una simplificación excesiva. Aparte de todo lo demás, una vida sin alegría habría sido una vida pecaminosa. ¿Habría sido Jesús culpable de la ansiedad que prohibió a otros (Mateo 6:25)? ¿Habría caído por debajo del logro de Pablo, quien había aprendido a estar contento en cualquier circunstancia (Filipenses 4:11)? ¿O del precepto de 'regocijaos siempre' (Filipenses 4:4)? ¿Podría haber sido lleno del Espíritu y no haber conocido la alegría del Espíritu (Gálatas 5:22)? ¿Podría haber dado descanso y alivio a los demás (Mateo 11:28) mientras permanecía deprimido y desconsolado él mismo? ... No puede haber mucha duda de que, aparte del breve (aunque indescriptiblemente intenso) momento de abandono en el Calvario, Jesús fue sereno, contento y feliz. Se regocijó, sin duda, en el ser de su Padre, meditando en él como objeto de asombro y admiración; en el amor, la aprobación y la ayuda y presencia constantes de su Padre; en las bellezas y glorias de la creación de su Padre; en hacer la voluntad de su Padre, promoviendo su gloria y salvando a su pueblo; en la amistad, compañía y conversación de aquellos que el Padre le había dado para que estuvieran con él; y en anticipar su regreso a la gloria que tenía con el Padre 'antes de que el mundo comenzara' (Juan 17:5). Tal alegría fue un elemento indispensable en la psicología de su obediencia. No sirvió como esclavo sino como hijo" (La persona de Cristo, 171).
La risa, el sonido audible de la felicidad
La risa es una forma de manifestar y escuchar la felicidad. Es la felicidad hecha visible y audible. Es el sonido de la alegría. No es el único sonido de la alegría; hay alegría en la tristeza, en las lágrimas, bajo los sollozos y en el silencio. Y existe la risa, ese tesoro feliz, que debemos apreciar como un regalo de Dios.
¿Es pecado reírse?
De ninguna manera. La alegría y la risa son parte integral de la experiencia humana y no deben ser reprimidas. El Salmo 126:2 dice: "Entonces nuestra boca se llenó de risa, y nuestra lengua de cánticos".
¿Jesús se rió alguna vez?
Aunque no hay registros específicos de la risa de Jesús en las Escrituras, es razonable suponer que sí se rió. Fue un hombre que experimentó plenamente las emociones humanas, incluida la alegría. Hebreos 1:9 dice que fue "ungido con óleo de alegría más que sus compañeros".
¿Por qué es importante la risa?
La risa es una expresión de alegría y felicidad que tiene numerosos beneficios. Puede aliviar el estrés, mejorar el estado de ánimo y fortalecer las relaciones. Cuando compartimos la risa, estamos compartiendo la alegría que Dios nos ha dado.
¿Deberíamos buscar la risa?
Sí, dentro de límites razonables. La risa puede ser una bendición y una fuente de renovación espiritual. Sin embargo, debemos evitar la risa inapropiada o excesiva que pueda herir a otros o distraernos de nuestras responsabilidades.
¿Cómo podemos experimentar más risa en nuestras vidas?
- Pasar tiempo con personas alegres y positivas.
- Participar en actividades que traigan alegría.
- Practicar la gratitud y enfocarse en las bendiciones.
- Buscar la alegría en Dios, la fuente de toda alegría.