¿Por qué el sufrimiento no es en vano?
El sufrimiento nos acerca a Cristo
El sufrimiento es una parte inevitable de la vida, pero ¿alguna vez te has preguntado por qué Dios lo permite? Según la escritora Vaneetha Rendall Risner, todo lo que experimentamos en la vida, desde la alegría hasta el dolor, está destinado a moldearnos a la imagen de Cristo. Cuando entendemos esto, la ansiedad que a menudo acompaña al sufrimiento disminuye.
Dios controla cada detalle
Rendall Risner cree que Dios está presente en cada aspecto de nuestras vidas, incluso en nuestros momentos más difíciles. Él no nos condena por nuestras luchas, sino que las usa para nuestro beneficio eterno (Romanos 8:1-28). Cada experiencia en la vida puede guiarnos a Cristo.
Examinando nuestro propio corazón
El sufrimiento a menudo revela las áreas pecaminosas de nuestro corazón. En lugar de culpar a los demás por nuestro dolor, debemos mirar hacia adentro y buscar la guía de Dios. El irritarnos o frustrarnos puede ser una señal de que necesitamos profundizar nuestra relación con él.
Todo es un paso hacia la santidad
Incluso las experiencias más dolorosas pueden ser oportunidades para el crecimiento espiritual. Pueden cultivar nuestra dependencia de Cristo, enseñarnos la oración y abrirnos puertas para servir a los demás. Los éxitos pueden llevarnos a alabar a Dios y a reconocer nuestra humildad. Todo en la vida puede ser un peldaño hacia la santidad.
Benditos en medio del dolor
Ser herido por un amigo es muy diferente a sufrir una traición o una enfermedad grave, pero el mensaje de Dios es el mismo. Incluso en los momentos más desesperantes, podemos experimentar bendiciones al acercarnos a él. Cuando perdemos lo que más amamos, valoramos aún más el abrazo de nuestro Padre celestial.
Viendo la mano amorosa de Dios
Madame Guyon, una escritora católica del siglo XVII, enfrentó dificultades inimaginables. Sin embargo, en lugar de amargarse, eligió ver la mano amorosa de Dios en su sufrimiento. Confió en que Dios estaba usando sus experiencias para acercarlo a él.
Todas las cosas sirven a Dios
El salmo 119:90-91 declara que "todas las cosas son tus siervos". Dios puede usar todas las cosas para cumplir sus propósitos, incluso nuestras dificultades. Cada desafío que enfrentamos puede acercarnos a él y hacernos más santos.
Vivir en el momento presente
Para experimentar plenamente el llamado de Dios, debemos estar presentes en cada momento. Debemos buscar activamente su guía y confiar en que incluso las circunstancias más desafiantes pueden llevarnos a una relación más profunda con él.
Preguntas frecuentes
¿Cómo puedo saber que Dios está usando mi sufrimiento para mi bien?
Cuando comprendas que todo lo que te sucede tiene como propósito hacerte más semejante a Cristo, reducirá tu ansiedad. Cada circunstancia, tanto alegre como dolorosa, es una oportunidad para acercarte a Dios y crecer en santidad.
¿Qué debo hacer cuando me siento herido o frustrado?
Cuando te sientas irritado o enojado, considera que Dios puede estar invitándote a examinar tu propio corazón en lugar de centrarte en los demás. Tu irritación puede ser un llamado a profundizar tu relación con él. Dios puede estar obrando algo más importante y duradero en ti que lo que te está sucediendo externamente.
¿Cómo puedo confiar en que Dios está gobernando todo lo que me sucede?
Recuerda que Dios gobierna cada detalle de tu vida. Nada se escapa a su control. Todas las experiencias, tanto fáciles como difíciles, pueden ser usadas por Dios para acercarte a Cristo. Confía en que él está trabajando para tu bien eterno.
¿Qué significa ser bendecido cuando pierdo lo que más me importa?
Según la perspectiva de Dios, eres bendecido cuando pierdes lo que más te importa en la tierra porque te lleva a valorar más su abrazo celestial. Su abrazo es más precioso que cualquier cosa que puedas perder. Cuanto menos tengas de ti mismo, más de Dios y su reino habrá en tu vida.
¿Cómo puedo ver la mano amorosa de Dios en mi sufrimiento?
Busca activamente a Dios en cada momento y pregúntale qué quiere mostrarte. Recuerda que él siempre está obrando en tu vida y que cada circunstancia puede acercarte a él. Confía en que incluso las experiencias difíciles son oportunidades para crecer en santidad.