¿Llora Dios con nosotros?
El llanto humano y la compasión divina
Los seres humanos somos emocionales por naturaleza, y el llanto es una de las formas en que expresamos nuestro dolor. Incluso en momentos de alegría, las lágrimas pueden brotar. La Biblia nos exhorta a "regocijarnos con los que se regocijan y llorar con los que lloran" (Romanos 12:5). Pero ¿qué pasa con Dios? ¿Acaso Él también llora?
Jesús como revelación de Dios
Jesús, siendo Dios encarnado, nos revela la naturaleza del Padre. "El que me ha visto a mí ha visto al Padre", declaró Jesús (Juan 14:9). Por lo tanto, si Jesús lloró, podemos deducir que Dios también llora.
Tres ocasiones en que Jesús lloró
Las Escrituras registran tres momentos específicos en los que Jesús derramó lágrimas. Estas ocasiones nos brindan información valiosa sobre por qué Dios llora.
1. Por el destino de Jerusalén
Mientras las multitudes celebraban la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, Él lloró porque sabía algo que ellos desconocían. Previó la inminente destrucción de la ciudad: "Si tú también conocieras en este día el mensaje de paz; pero ahora está oculto a tus ojos" (Lucas 19:42). El corazón de Dios se entristeció por el sufrimiento que Su pueblo enfrentaría.
2. En oración con el Padre
"En los días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas con fuerte clamor y lágrimas al que podía salvarlo de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente" (Hebreos 5:7). Jesús, siendo plenamente humano, experimentó dolor y sufrimiento, y sus lágrimas reflejaron sus propias emociones.
3. En la tumba de Lázaro
"Cuando María llegó adonde estaba Jesús y lo vio, cayó a sus pies y le dijo: 'Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto'. Jesús, al verla llorando, y a los judíos que habían venido con ella llorando, se conmovió profundamente en espíritu y se turbó" (Juan 11:32-33). La corta pero conmovedora frase "Jesús lloró" (Juan 11:35) ha suscitado mucha especulación. Algunos creen que lloró por el amor que sentía por Lázaro, mientras que otros sugieren que fue una expresión de frustración o compasión por el dolor de María.
¿Llora Dios todavía?
Antes de ascender al cielo, Jesús prometió que no nos dejaría solos: "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre; el Espíritu de verdad" (Juan 14:16-17). El Espíritu Santo, o Paraclete, es el Consolador que mora en nosotros, no solo llora con nosotros sino que también nos brinda paz, guía y fortaleza.